Transcurridos más de 300 años de conquista y colonia de España, el sentimiento independentista se explayó en América. En lo que era conocido como Nuevo Reino de Granada, que hoy es Colombia, el descontento se manifestó con la llamada rebelión de Los Comuneros y tuvo como prólogo la traducción y divulgación que hizo Antonio Nariño en su Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
Se dice que todo comenzó en Santa Fe con un florero, que era viernes 20 de julio, día de mercado, cuando se podía percibir en la atmosfera que algo ocurriría.
Hoy en día se sabe que lo que ocurrió hace 209 años no fue un hecho espontáneo como aquellos que habían caracterizado la vida política colonial colombiana, sino la suma de varias circunstancias que desembocaron en una gran rebelión del pueblo.
En la provincia de Santa Fe se había creado una junta de notables integrada por autoridades civiles e intelectuales criollos con Francisco José de Caldas a la cabeza. Este comité propuso crear un incidente con los españoles que derivara en una situación conflictiva que diera salida al descontento potencial que existía en Santa Fe contra la audiencia española.
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Lo importante era conseguir que el Virrey, presionado por la perturbación del orden, constituyera una Junta Suprema de Gobierno integrada por los regidores del Cabildo de Santa Fe.
Un acto simbólico en torno al préstamo de un florero fue lo que llevó al levantamiento del pueblo y lo que propició la campaña libertadora. Los criollos que buscaban la independencia de la corona española planearon inducir una revuelta popular en la que los pobladores elevaran sus descontentos ante el mandato de España.
El 20 de julio de 1810 al mediodía, Pantaleón Santamaría se acercó al negocio del español José González Llorente y le pidió prestado un florero para decorar la mesa de un banquete en honor a otro criollo destacado, Antonio Villavicencio. La inminente negativa del español permitió la intervención de Francisco José de Caldas y Antonio Morales, que inmediatamente alertaron al pueblo de la afrenta del “chapetón” (como eran llamados los españoles) al pueblo americano.
Mientras tanto los principales conjurados se dispersaron por la plaza gritando: ¡Están insultando a los americanos! ¡Queremos Junta! ¡Viva el Cabildo! ¡Abajo el mal gobierno! ¡Mueran los bonapartistas! Y la ira cundió.
Aun cuando Llorente negó lo acontecido y no hubo por su parte mayor ofensa, indios, blancos, patricios, plebeyos, ricos y pobres empezaron a romper a pedradas las vidrieras y a forzar las puertas. El Virrey, las autoridades militares y los españoles, contemplaron atónitos ese súbito y violento despertar de un pueblo.
El incidente provocó una revolución que desembocó en la inminente firma del Acta de Independencia de Santa Fe, dirigida por decisión de la Junta de Gobierno. Se comienza a abonar el terreno para lo que luego se va a considerar como una independencia absoluta que va vendría años después.
Aunque no fue la única revolución ni la más certera, es considerada como la fecha oficial de la independencia de Colombia porque abrió el sendero de intensas luchas libertarias contra la corona española.
Fue la proclamación de una independencia total que se conseguiría bajo el mando de Simón Bolívar tras una campaña que inició en mayo de 1818 en Venezuela y terminó en la Batalla de Boyacá el 7 de agosto de 1819. Así se dio paso al Congreso de Angostura y al nacimiento de la República de Colombia.