Las especias no solo les dan color y sabor a las comidas, sus propiedades son infinitas. Uno de los beneficios más importantes es que ayuda a sustituir la sal. También pueden calmar el apetito e incluso estimular la libido.
Los aceites de los que se extraen, contienen numerosos agentes antimicrobianos que ayudan a conservar mejor los alimentos y a eliminar microbios, por ejemplo. De hecho, el jengibre puede ser un perfecto «ibuprofeno» natural. Además, muchas de ellas favorecen la digestión, ayudan a adelgazar ya que tienen efecto termogénico en el organismo e incluso protegen de la oxidación celular por su alto contenido en vitaminas y minerales como las A, E, C, carotenos, potasio, hierro, calcio o magnesio.
Añadir con moderación ciertas especias a algunos platos, como pimienta, clavo o comino, favorece la digestión, ya que estimulan la producción de jugos gástricos. Además, protegen el aparato digestivo de posibles infecciones bacterianas y reducen las fermentaciones y los gases.
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Sustituto saludable
Por distintas razones, es importante reducir el consumo de sal. Los adultos deberían consumir no más de 2000 miligramos de sodio, o 5 gramos de sal, y al menos 3510 miligramos de potasio por día, indica la nueva guía de la Organización Mundial de la Salud sobre el consumo de sal y potasio en la dieta.
Por eso, añadir especias es una solución y alternativa a la sal. Son ideales para aromatizar y hacer más apetecibles pescados, verduras, arroces, pasta…
Se pueden preparar mezclas en casa como sal marina, orégano, salvia seca, ajo en polvo, cúrcuma, jengibre o estragón. Esta combinación les aportará mucho sabor a los platos.
Para que mantengan intactas sus propiedades lo ideal es comprarlas enteras y molerlas justo antes de su empleo. Pero lo habitual es encontrarlas frescas o en estado seco en forma de polvos, raíces, semillas, cortezas, flores y hojas secas. Para preservar su sabor y beneficios es importante guardarlas en frascos herméticos y alejadas de la luz y la humedad. Las especias frescas pueden congelarse.