El Parlamento venezolano de mayoría opositora, autorizó el lunes al presidente interino, Juan Guaidó, declarar el “estado de alarma nacional” debido a la situación de catástrofe que vive el país después de cuatro días consecutivos sin electricidad por la avería de su principal central hidroeléctrica. Aunque el servicio fue restituido en algunas regiones entre la noche del domingo 10 y madrugada del lunes 11 de marzo, por lo menos 18 de las 23 entidades federales de Venezuela permanecían sin electricidad o con un suministro precario.
Los diputados opositores aprobaron de forma unánime el decreto, que se entiende “como una modalidad del estado de excepción” y regirá por 30 días, prorrogables por otro mes. También el lunes 11 de marzo Guaidó convocó para el martes 12 una gran marcha en toda Venezuela para protestar por los apagones.
Muchas partes del país aún están aisladas y es difícil conocer los detalles de su situación. Incluso cuando la electricidad vuelve, suele ser irregular y dura unas pocas horas antes de irse otra vez.
De acuerdo con información suministrada por ingenieros de la estatal Corporelec, que han solicitado permanecer anónimos porque pueden ir a la cárcel por revelar la gravedad de la situación del sistema eléctrico nacional, los apagones pueden prologarse por un mes mientras se repara el sistema de generación y distribución de la energía.
Mientras tanto el gobierno de Nicolás Maduro decretó como días no laborables y ordenó el cierre de escuelas los 11, 12 y 13 de marzo, por los cortes de electricidad que comenzaron minutos antes de las 5:00 de la tarde del jueves 7 de marzo.
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De acuerdo con información dada a conocer por el médico y diputado de la Asamblea Nacional, José Manuel Olivares, el número de fallecidos en todo el país durante el apagón masivo ascendía a 24 hasta la tarde del lunes 11 de marzo. Muchos de los decesos fueron bebés de pocos días de nacidos.
IMPORTANTE. Balance de fallecidos hasta el momento. Desde el jueves hasta hoy, 24 venezolanos perdieron la vida, muchos de ellos bebés de pocos días de nacidos. Es inaceptable lo que estamos viviendo. pic.twitter.com/oUmyFEDFbQ
— Jose Manuel Olivares (@joseolivaresm) March 11, 2019
“Los colectivos”, pandillas de motociclistas con respaldo oficial, recorren las oscuras calles de Caracas y otras ciudades del país imponiendo orden a punta de pistola mientras ocurren episodios esporádicos de saqueos a plena luz del día en urbes como Maracaibo.
Al borde de la desesperación
No resulta extraño que ante la situación descrita, muchas personas estén a punto de venirse abajo.
“Tengo un hijo de dos años. Ayer por la noche no había nada para comer”, dice Majorie, visiblemente enojada frente a un supermercado en el barrio de Terrazas del Club Hípico, en Caracas.
Una tienda cerca de su casa fue saqueada, cuenta, y un vecino le dio un poco de arroz hervido.
“Lo licué, le agregué un poco de azúcar y se lo di a mi hijo. Pero hoy, cuando me pida comida, ¿qué le voy a dar? Yo puedo soportar el hambre. Como adultos, podemos pasar el día con un vaso de agua. Pero ¿qué se supone que tiene que hacer un niño?”
Ricardo tiene 49 años y vive con su esposa en el norte de Maracaibo, estado Zulia, una de las ciudades más afectadas por el apagón en Venezuela. La noche del domingo era la cuarta que pasan sin luz.
“Los venezolanos hemos aprendido a ir sorteando todas las cosas que se nos van presentando, pero esto ha sido muy fuerte”, dice. “Cuando comenzó el apagón estaba en mi trabajo, pensamos que era un simple bajón de electricidad, uno de los miles que hay a cada rato”, cuenta. Pero esta vez fue distinto.
“El viernes me empecé a preocupar por los alimentos de la nevera, así que decidimos buscar las cavas (neveras portátiles). Vamos a buscar hielo para refrigerar, dije. Ahí empezó la odisea”, relata.
Primero se enfrentó a las largas fila para pagar en los supermercados en los que pudo encontrar hielo, y que cuentan con generadores eléctricos.
El corte de electricidad afecta también a los puntos de venta, los sistemas electrónicos para pagar con tarjeta, a los cajeros automáticos, al servicio de internet y al suministro de agua, porque las bombas de los tanques de los edificios necesitan energía.
Pero si tienes efectivo y más si cuentas con dólares, conseguir hielo es un poco más fácil, coincide Julio, quien también vive en Maracaibo.
Y el hielo no solo es esencial para conservar alimentos sino también para algunas medicinas, como la insulina.
Por una bolsa de hielo de unos 4 kilos se puede llegar a pagar hasta US$10, dice Julio. Esto sucede en un país donde el salario mínimo es de US$5,45, según estimaciones del economista y diputado venezolano José Guerra.
Ricardo cuenta que el viernes pudo comprar dos bolsas a US$4, pero que el sábado no encontró por ningún lado.
En el Hospital Universitario de Caracas, Marielsi Aray, paciente de 25 años, murió luego de que su respirador dejó de funcionar.
“Los médicos trataron de ayudarla bombeando manualmente, hicieron todo lo que pudieron, pero sin electricidad, ¿qué iban a hacer?”, dijo su tío José Lugo.