Educar a los niños con el ejemplo es la mejor herramienta. En edades tempranas es muy importante que vean las buenas costumbres de sus padres, por ejemplo, ir siempre aseados o reparar los botones en cuanto se caen. Tampoco se puede olvidar incluir halagos y frases positivas como parte del método educativo, es la base de la disciplina positiva.
Durante los primeros años de vida, las pequeñas rutinas se convertirán poco a poco, en una costumbre que ellos mismos desearán mantener.
Desde el año y medio, educar con el juego de imitación a mamá y papá les resultará más que divertido. Aquí es donde deben empezar los hábitos que los acompañarán toda la vida: cepillarse los dientes, arreglar la cama, preparar la ropa.
Hay pequeños espectáculos que pueden parecer divertidos a los adultos a esta edad, pero deben corregirse a tiempo. Se incluyen bostezar de forma exagerada, meterse el dedo en la nariz o estornudar con mucho ruido, hay que educar sin reprimendas.
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Tampoco hay reglas uniformes, porque cada hijo es diferente: mientras a unos se les debe perseguir para que entren en la bañera, a otros hay que insistirles para que jueguen libremente con el barro. Cada uno desarrolla personalidades distintas.
Casi desde que nacen, a los niños se les puede educar a través del ejemplo. Por eso los padres deben ser conscientes de sus actitudes, de lo que dicen y cómo se comportan. Son esponjas que absorben todo lo que ven y esto definirá su personalidad.