A pesar de las sabias advertencias de Adams Sanders ocurrió lo que los analistas esperaban, la piñata a la que todos apalearon durante el quinto debate en pro de las primarias para elegir candidato para las Presidenciales 2020 fue Donald Trump.
El tema del presidente creó un agujero de gusano que absorbió cualquier intento de poner sobre la mesa de los progresistas y para la atención del electorado, material de discusión que permitiera evaluarlos y contextualizarlos en un ranking.
Las posiciones de los 10 últimos de la puja están medianamente igual lo que si los iguala es la animadversión contra el inquilino de la Casa Blanca a los que todos desean sea “desenmascarado” en lo que consideran un irreversible impeachment.
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La voz de la sabiduría como se precisó al inicio fue la del veterano “libertario”: “No podemos ser consumidos por Donald Trump”, alertó en la apertura del encuentro el experimentado senador Bernie Sanders a sus nueve compañeros de escenario, al señalar que siguiendo ese camino perderán la elección del año próximo.
Sin embargo hasta él cayó embrujado por los cantos de sirena que salen desde el Capitolio y la decena zozobró en la tentación de atacar a Trump, que el miércoles pasado enfrentó una de las jornadas más duras de las audiencias públicas celebradas dentro de la investigación de juicio político que le sigue la cámara baja, cuando el Embajador de los Estados Unidos ante la Unión Europea no tuvo problemas en decir abiertamente que en el caso de Ucrania si hubo un “quid pro quo”, además “ordenado por el propio Trump”.
Las llamas inquisidoras se avivaron con la leña provista por la Comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes y los aspirantes invocaron más el nombre de Trump que el de ellos mismos.
La historia los atrapó
Era demasiado irresistible tomar a Trump por las orejas y zarandearlo después de que el embajador ante la Unión Europea (UE), Gordon Sondland, asegurara ante los congresistas que existió “quid pro quo” en las coacciones de Trump a Ucrania.
Los diez aspirantes demócratas no ahorraron críticas hacia el gobernante y liberaron el vapor de la olla: “Tenemos que establecer el principio de que nadie va a estar por encima de la ley”, puntualizó la senadora Elizabeth Warren, quien consideró haber visto lo suficiente como para que Trump sea destituido.
El venerable Adams Sanders se dejó llevar por el tsunami e indicó que Trump “no solamente es un mentiroso patológico” sino el “presidente más corrupto de la historia del país”, y apuntó que la gente considera que si quebrantó la ley “debería ser procesado como cualquier otro individuo”.
El alcalde Pete Buttigieg opinó que en circunstancias normales el presidente debería dejar su oficina, debería renunciar y, al compararse con él, recordó que no juega golf, el deporte favorito del inquilino de la Casa Blanca.
La senadora Kamala Harris se quejó de que el embajador Sondland haya desvelado una “empresa criminal” y una “Administración corrupta”, por lo que exigió que haya la misma justicia para todos.
“Pensamos que Donald Trump es un problema. No. Es un síntoma no una enfermedad”, recordó, por su parte, el emprendedor Andrew Yang.
Todo bajo revisión
El exvicepresidente Joe Biden, quien hizo gala de su experiencia política, aseguró que de llegar al poder dejaría de vender armas a Arabia Saudí y responsabilizó al “príncipe coronado” del asesinato del periodista Jamal Khashoggi.
También indicó que buscaría que las Naciones Unidas condenen a China por mantener uigures en centros de detención en Xinjiang y por no cumplir sus compromisos con Hong Kong.
Sanders planteó, entretanto, que Washington busque acercar posiciones entre Irán y Arabia Saudí e incluso entre Israel y Palestina.
“Soy pro-Israel, pero debemos tratar a los palestinos con el respeto que se merecen”, argumentó.
Con respecto a la migración, Warren criticó que se haya separado a niños inmigrantes de sus familias, y reclamó que se viva en la frontera “a la altura de los valores” estadounidenses.
Las chicas son poderosas
Con cuatro mujeres aspirantes y cuatro periodistas haciendo preguntas, el asunto de género no estuvo ausente de la controversia.
“A las mujeres se les pide un estándar más alto”, reclamó la senadora Amy Klobuchar, quien en una confidencia admitió haber recurrido a todos quienes podía para financiar su campaña, incluidos sus exnovios, que, dijo, aportaron 17.000 dólares.
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“Si crees que una mujer no puede vencer a Donald Trump, (la presidenta de la Cámara de Representantes) Nancy Pelosi lo hace todos los días”, subrayó, entre aplausos.
Temas variados
El multimillonario Tom Steyer enarboló como su bandera la atención a la crisis climática y la necesidad de que haya “cambios estructurales en Washington”, al argumentar que el Gobierno está bajo la influencia de las grandes corporaciones.
Yang recordó la importancia de pensar en “las verdaderas amenazas del futuro”, entre las que mencionó la inversión de China en inteligencia artificial, lo que, a su juicio, pone a Estados Unidos en riesgo de perder su carrera armamentista.
Mientras que la congresista Tulsi Gabbard, quien es excombatiente, pidió que no se envíen más soldados a “sacar dictadores” y, casi al final, se enfrentó a Buttigieg, también excombatiente, sobre el uso de tropas estadounidenses en México y un encuentro que ella mantuvo con el presidente sirio, Bachar Al Asad.