A partir de este domingo los relojes en Estados Unidos se adelantarán una hora para el Daylight Saving Time u horario de verano. Estas son buenas noticias para los amantes de la luz del sol y la primavera, pues los días oscuros del invierno comienzan a retroceder.
El cambio de horario llega con la primavera y dura 34 semanas. Comienza, desde hace décadas, el segundo domingo de marzo y termina el primer domingo de noviembre.
La historia indica que su implementación estuvo ligada al ahorro de energía durante la Primera Guerra Mundial.
Solo los relojes analógicos deben ser ajustados, y claro los biológicos, pues en la actualidad, el cambio trae pocas consecuencias en los relojes inteligentes, computadoras, teléfonos y otros aparatos tecnológicos.
Sin embargo, esto no aplica para todo el territorio estadounidense. No tiene efecto en Hawai, Puerto Rico, territorios de Guam, Islas Vírgenes y Samoa Americana, ellos conservan la hora estándar.
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¿Afecta la salud?
Algunos expertos afirman que este cambio afecta la salud, especialmente en adultos mayores pues sus hábitos de sueño cambian. Por ello, algunos estados buscan lo mismo que Hawai: no verse afectados realmente por el cambio.
Según la Conferencia Nacional de Legislaturas Estatales, durante los últimos cuatro años, 18 estados aprobaron resoluciones que establecerían un horario de verano durante todo el año, incluído Pensilvania. Los legisladores federales tendrían que permitir tal acción.
Por ejemplo, la Academia Estadounidense de Medicina del Sueño (AASM por sus siglas en inglés), ha pedido la abolición del horario de verano por las consecuencias en la salud, asegurando que los cambios de horario afectan el ritmo cardíaco.