La líder de las Pussy Riot, banda punk que desde 2011 ha retado públicamente al régimen de Putin, huyó de Moscú disfrazada de repartidora.
Maria Aliójina, mejor conocida como “Masha”, estaba en arresto domiciliario en Moscú, se disfrazó de repartidora de comida para vivir fuera de la represión que sufrió por años. Así, la activista de 33 años declaró para medios de comunicación desde Islandia.
«Me arrestaron tres días después de que comenzara la guerra con Ucrania. Estuve en un campo de trabajo otra vez. Cuando me soltaron, mis amigos o se habían ido de Rusia o estaban en la cárcel. Aquí es todo siempre así de complicado y estúpido», le dijo a El País. «Me han quitado el pasaporte. Estoy aquí gracias a la solidaridad de otros artistas que me han ayudado a escapar de Rusia. Las Pussy Riot existimos por esa solidaridad, con la que construiremos algo más fuerte que las armas», añadió.
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Un amigo la llevó a la frontera con Bielorrusia, desde donde tardó una semana en cruzar a Lituania.
El 17 de agosto de 2012 las Pussy Riot ingresaron en la catedral de Cristo Salvador de Moscú con pasamontañas de colores para pedirle a la Madre de Dios que librara al mundo de Putin. La actuación, que acabó convertida en performance punk y en el acto de activismo más efectivo contra el Gobierno ruso hasta la fecha, incomodó a Putin y también, según asegura, a Occidente.
Fue sentenciada a dos años de prisión por vandalismo. En abril, tras protestar contra la ofensiva del Kremlin en Ucrania, un tribunal sustituyó su arresto domiciliario por 21 días en un centro penitenciario.
La líder de las Pussy Riot ambién escribió un libro de memorias, Riot Days, y viajó por el mundo para interpretar un espectáculo basado en el libro. Aunque ella quería hacer una gira por Rusia, solo tres lugares aceptaron acoger el espectáculo y todos enfrentaron repercusiones.