La oficina de campaña del presidente Donald Trump ha decidido demandar al diario The New York Times por difamación y usa como pieza probatoria una publicación hecha el 27 de marzo de 2019 redactada por el periodista Max Frankel, titulada “The Real Trump-Russia Quid Pro Quo”.
Se trata de un texto publicado en la sección de opinión del diario neoyorquino por Max Frankel, quien fuera Director Ejecutivo de The Times de 1986 a 1994. El trabajo editorial que debería estar amparado por la Primera Enmienda de la Constitución ha sido mal visto, debido a que el equipo legal de Trump opina que el rotativo neoyorquino publicó “falsamente” que había una “conspiración con Rusia” como un hecho verídico.
El subtítulo usado por el articulista sugiere que “la campaña y el Kremlin tenían un acuerdo global: ayudar a vencer a Hillary Clinton para una nueva política exterior pro-rusa”. Con más detalle el lead de pieza de opinión indica que “la colusión – o la falta de ella – resultó ser la trampa retórica que atrapó a los perseguidores del Presidente Trump. No hubo necesidad de una colusión electoral detallada entre la campaña de Trump y la oligarquía de Vladimir Putin porque tenían un acuerdo general: la ayuda en la campaña contra Hillary Clinton para el quo de una nueva política exterior pro-rusa, empezando por el alivio de las gravosas sanciones económicas de la administración Obama. Los Trumpites sabían de la compensación y mantuvieron la perspectiva del ‘quo’“.
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En base a este texto y mucho más, los asesores legales de la oficina de campaña del presidente Donald Trump, hace menos de 24 horas demandaron al diario de la Gran Manzana propiedad de The New York Times Company y dirigido por Arthur Gregg Sulzberger. La oficina de campaña de Trump ha acusado al periódico de publicar intencionadamente una historia “falsa” relacionada con las investigaciones sobre las interferencias de Rusia en las elecciones presidenciales de 2016.
De acuerdo a lo divulgado por varios medios locales Trump ha incoado la demanda en la Corte Suprema de Manhattan y según versiones extraoficiales la querella busca millones de dólares por daños.
Hasta el momento, el New York Times no ha valorado la demanda del presidente de Estados Unidos.
El origen de la demanda
Los hechos se remontan al 27 de marzo del pasado año y la campaña del presidente estadounidense hace alusión a un artículo de opinión de Max Frankel titulado “The Real Trump-Russia Quid Pro Quo”, material que podría tener una traducción al español parecida a “El quid pro quo real entre Trump y Rusia” o “El “una cosa por otra” real entre Trump y Rusia”.
En el segundo párrafo de la escritura de opinión Frankel invita a reparar en “los hechos conocidos sobre las comunicaciones entre los rusos y la campaña de Trump y su trato se revela. Tal vez, en algún momento, los rusos también recordaron a la familia Trump su útil cooperación con sus empresas financieras del pasado. Tal vez, también, expresaron su resentimiento contra la Sra. Clinton por su desafío como secretaria de estado a la legitimidad de la propia elección del Sr. Putin. Pero no se necesita tal especulación para percibir el obvio acuerdo alcanzado durante la campaña de 2016”.
En un comunicado, la asesora jurídica de la campaña de Trump, Jenna Ellis, expresó que han decidido demandar porque el New York Times dijo que la campaña tenía un “acuerdo general con la oligarquía de Vladimir Putin para ayudar a la compaña contra Hillary Clinton a cambio de una política exterior pro-Rusia y un alivio en las sanciones económicas”.
Para Ellis, la información publicada en el Times era “cien por cien falsa y difamatoria” y a juicio de la campaña del presidente el diario neoyorquino lo publicó siendo consciente en el momento “de la falsedad”.
Según la asesora jurídica, el New York Times tenía el propósito intencional de “dañar la campaña, mientras engañaba a sus propios lectores en el proceso”.
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El artículo de Frankel hacía referencia a la investigación del exasesor especial Robert Mueller, que intentó documentar las evidencias de una campaña de “hackeos” por parte de Rusia agravada con propaganda en las redes sociales que supuestamente buscaban impulsar la candidatura de Trump en 2016 y dañar a su oponente demócrata Hillary Clinton.
Aunque el informe documentó numerosos contactos entre personas asociadas a la campaña de Trump con personas vinculadas a Rusia, Mueller no encontró pruebas suficientes para mostrar una conspiración criminal entre el equipo de Trump y Rusia.