Punzada por los rigores de la intemperie, una niña migrante guatemalteca de siete años murió en un evento donde la deshidratación fue minando su vida en los desérticos senderos de la frontera entre México y los Estados Unidos.
La pequeña viajaba en compañía de su padre, quien junto a un grupo de 163 migrantes decidió probar suerte con la ambición de llegar a Nuevo México y cambiar su pobreza material, que es un signo atormentante en Centroamérica.
No hay una crónica periodística que narre el inicio de la travesía de la niña entre Guatemala y la frontera sur de los Estados Unidos, no obstante sobre su final se conocerá en detalle cuando el Servicio Forense ofrezca un informe que determine las causas que apagaron la vida de la menor.
De acuerdo a expertos en el tema del tránsito ilegal de personas, la niña fue víctima de la extenuación que provocan largas jornadas de caminatas para alcanzar la frontera de Estados Unidos con México.
Los especialistas han dicho que se trata de una travesía sumamente dura, donde las condiciones climáticas, aunadas a la falta de una adecuada hidratación y a la precaria alimentación, crean un coctel mortal que afecta a los más pequeños y mayores.
De acuerdo con la Patrulla Fronteriza, la niña y su padre fueron detenidos la noche del pasado 6 de diciembre al sur de Lordsburg, Nuevo México, tras entregarse a los agentes con un grupo formado por 163 migrantes.
No se conocen los datos en torno a por qué se ha hecho público tantos días después los datos y detalles de su deceso.
De acuerdo al reporte de las autoridades fronterizas unas ocho horas después de su detención, la niña empezó a tener convulsiones y fue trasladada con fiebre de 41 grados en helicóptero a un hospital de El Paso, Texas, donde llegó con paro cardíaco.
Aunque la autopsia aún tardará algunas semanas, los médicos del Hospital Providence de El Paso indicaron que murió de choque séptico, deshidratación y fiebre.
Según el comunicado de la Patrulla Fronteriza del que informó el periódico The Washington Post, la niña llevaba “varios días sin comer o consumir agua” en el momento de su detención.
No queda claro si la niña recibió alimentos o atención médica a lo largo de la noche, antes de sufrir las convulsiones.
“Los agentes de la Patrulla Fronteriza hicieron todo lo posible para salvar la vida de la niña en las circunstancias más difíciles”, dijo en el comunicado al rotativo capitalino un portavoz del cuerpo, Andrew Meehan.
La cifra de arrestos de inmigrantes indocumentados en la frontera sur de Estados Unidos rompió este pasado mes de noviembre un nuevo récord desde que el presidente, Donald Trump, llegó a la Casa Blanca hace casi dos años con 51.856, en su gran mayoría centroamericanos y llegados en familia.
Aunque la atención política y mediática se ha centrado en las últimas semanas en la caravana migratoria que finalizó su recorrido en la zona fronteriza de Tijuana (México) y San Diego (EE.UU.), grandes grupos cruzan a diario por Texas, Arizona y Nuevo México.