Tres taconazos en el suelo cambiaron la historia de Nueva España. Fue el zapato de una mujer con el que se prendió la mecha que detonó “El Grito de Dolores”. Es una sub-trama de la independencia de México que ocurre 48 horas de una incierta víspera. Una conspiración donde el valor e inteligencia de Doña Josefa Ortiz de Domínguez rebasaron a la inteligencia del imperio español.
La toma del poder a través de la insurgencia está decidida para octubre de 1810. Los conspiradores formaban parte del Virreinato. Los zapatos de Doña Josefa Ortiz, la esposa del Corregidor no tenían protagonismo. Mas su conyugue era parte de la confabulación que se cocía en Santiago de Querétaro contra Fernando VII.
El tacón de Doña Josefa
Las reuniones de los conjurados se realizaban en la casa del Corregidor, José Miguel Domínguez. El grupo tenía pretendido alzarse en armas el mes de octubre de 1810 en San Juan de los Lagos, Jalisco. Sin embargo fueron descubiertos en septiembre.
Tras verse expuestos, Domínguez encerró en su habitación a la Corregidora por protección. En el piso de debajo de la casa de los corregidores vivía el director de la cárcel, el alcaide Ignacio Pérez. Ambos personajes trenzaban una estratégica amistad. Habían arreglado que si algún día surgía una emergencia, la Doña Josefa daría tres taconazos para advertirle que estaban descubiertos.
Nadie esperaba los zapatazos
Cuando se complota los días y las noches se juntan. El mundo se ralentiza y la angustia es un estado de ánimo que se disfraza de normalidad. Aquella noche del 12 de septiembre de 1810 los tres golpes tenían una firma. Era el tacón de Doña Josefa.
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La acción es pieza clave para el inicio de la lucha de la Independencia de México. Fue el aviso que dio la Corregidora golpeando su tacón contra el suelo. Tras el oportuno mensaje Ignacio Pérez cabalgó todo el 15 de septiembre de 1810. Llegó a la localidad de San Miguel donde se contactó con Juan Aldama, capitán en el regimiento de caballería Milicias de la Reina.
Con el mensaje de la conspiración desvelada, se trasladó inmediatamente a Dolores. Allí contó que con tres taconazos Doña Dolores clamaba por adelantar la insurrección.
Y así pasó. El cura Miguel Hidalgo y Costilla, en compañía de Ignacio Allende, Juan Aldama, arengó a sus feligreses. Se levantaron en armas contra la Nueva España en la mañana del 16 de septiembre de 1810. Como señal tocó una de las campanas de la Parroquia del Pueblo de Dolores, hoy Dolores Hidalgo, Guanajuato.