Venezuela es rica, culturalmente hablando, y así lo prueba la novela venezolana. Es una nación en la cual sus riquezas no solo se concentran en sus suelos o recursos naturales, sino que también posee sus tesoros literarios.
Desde antes de la conquista, podría afirmarse que Venezuela ya contaba con una tradición oral de cuentos y leyendas, al igual que otras regiones de América Latina. Gran parte de esta tradición, que varía entre los diferentes grupos étnicos del país, condensan relatos o leyendas relacionadas con fantasmas o espantos, como “El silbón”, “La Sayona”, “La llorona” y otros.
No han faltado los esfuerzos para editar los trabajos de literatura folclórica. Sin embargo, no todo se detiene allí, ya que son varios los autores que coinciden en que la novela venezolana surgió en el siglo XIX, luego de la publicación de Los mártires, de Fermín Toro. Para ese momento, las novelas seguían los estilos de las corrientes literarias europeas.
La novela venezolana
A inicios del siglo XX, tras el surgimiento del modernismo, se escriben novelas con un destacado cuidado del lenguaje y la retórica. Algunas piezas clave contemplan las obras de Manuel Díaz Rodríguez, quien publicó ídolos rotos, una sátira social y política de la época. Otras de sus obras fueron Sangre patricia y Peregrina, en las cuales se exalta la naturaleza venezolana y se usa un lenguaje culto.
Un autor de referencia es Rómulo Gallegos, quien publicó diez novelas, las cuales estaban ambientadas en diferentes lugares de la geografía venezolana y escritas bajo el influjo del positivismo y realismo social, entre ellas, destacan Doña Bárbara, Cantaclaro, Canaima, Pobre Negro, entre otras.
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Estas obras dejaron en evidencia la lucha que existía entre la civilización y la barbarie. Gallegos llegó a ser presidente de la república y su ideología política estaba plasmada en sus novelas. Hoy día sus obras y su nombre reposan en las bibliotecas más importantes del mundo.
De allí en adelante, Venezuela ha seguido creciendo en talento y creación literaria incesante.