El cine estadounidense está de luto. David Lynch dejó una huella indeleble al retratar la vida más oscura de su país en títulos como “Twin Peaks”, “Terciopelo Azul” o “Mulholland Drive”. Su cine era el de la extrañeza, lo terrorífico ocasionado por lo absurdo, pero a su vez delirante.
“Todas mis películas son acerca de mundos extraños, mundos a los que nunca podrías ir a menos que los construyas y los reproduzcas en una película. Eso es lo que verdad me importa de las películas a mí: ir a mundos cada vez más extraños”, dijo el cineasta en alguna entrevista.
Este jueves el mundo conoció la triste noticia de su fallecimiento, su familia confirmó la información a través de Facebook. “Hay un gran agujero en el mundo ahora que él ya no está con nosotros, pero como él diría: ’Mantén la vista en el donut y no en el agujero’”, señaló la publicación.
El año pasado, el artista había revelado que sufría un enfisema pulmonar, pero que seguiría fumando a pesar de las noticias. David Lynch tenía 78 años.
Sin embargo, Lynch era más que un cineasta. En agosto del año pasado lanzó Cellophane Memories, un álbum grabado junto a la artista Chrystabell, su colaboradora frecuente. Lynch tocaba la guitarra, y por ello en su carrera sacó 8 discos.
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Desde la intriga sadomasoquista “Terciopelo azul” (1986) hasta el thriller “Mulholland Drive” (2000), Lynch se convirtió en cineasta mundial de culto con sus inquietantes retratos de la vida estadounidense que influyeron a directores como Quentin Tarantino o los hermanos Cohen.
Pero es posible que se le recuerde sobre todo por su fascinante e innovadora serie de televisión “Twin Peaks”, pionera del género antes de que llegara la era del streaming.
Nominado al Oscar en cuatro ocasiones, el cineasta reconocible por su abundante cabellera blanca solo se llevó a casa una estatuilla honorífica, en 2019.
Con información de: AFP