La jurisprudencia estadounidense podría crear un nuevo hito, en términos de control de uso de drogas, de acuerdo a la decisión que tome el Juez de Distrito Gerald McHugh Jr. de autorizar o no el funcionamiento en Filadelfia de un sitio de inyección de opiáceos supervisada en la sección de Kensington.
Este proyecto que está en consideración de la corte es una idea de Safehouse, una corporación sin fines de lucro de Pensilvania que tiene por misión salvar vidas proporcionando una gama de servicios de prevención de sobredosis.
Autorizar un sitio de inyección de opiáceos supervisada no es solo un dilema tribunalicio del segundo estado de la Unión, debido a que casos similares se están actualmente ventilando en ciudades como Seattle, Nueva York, San Francisco y Somerville, Massachusetts.

Quienes respaldan los sitios de inyección controlada tienen la esperanza de crear un centro de experimentación más cercano a la gente, con miras a que un ambiente de confianza y desprejuiciado los ayude a sacar a muchos opiómanos de su adicción.
Por el contrario quienes detractan el proyecto estiman que “los sitios de inyección” solo ayudarían a crear un “establishment” al uso de ese tipo particular de “droga dura”, causante de una epidemia que anualmente cobra la vida de miles de estadounidenses.
La mirada de Safehouse
De abrir puertas el proyecto en Filadelfia, la organización sin fines de lucro Safehouse ayudaría a las personas que luchan contra la adicción. Podrían llevar drogas a la clínica, usarlas en una bahía dividida y recibir ayuda médica en caso de sobredosis.
Safehouse proporcionaría a los usuarios de drogas agujas y torniquetes limpios y les permitiría usar sus propias drogas en presencia del personal médico. Los partidarios del sitio de la inyección creen que también proporcionará un lugar de confianza para que se les ofrezca tratamiento.
Hasta ahora el proyecto tiene una mirada positiva en políticos como el alcalde Jim Kenney, al fiscal Larry Krasner y al ex gobernador Ed Rendell, todos demócratas.
José Benítez, quien dirige Safehouse en la Ciudad del Amor Fraterno, explica que el proyecto contempla presencia de personal médico especializado Habría personal médico que observaría una reacción de sobredosis si se produjera una y luego proporcionaría atención de emergencia.

Safehouse asegura que la creación de estas zonas seguras provocarán una atmósfera real para que los adictos sientan interés en los beneficios de un tratamiento de reversión a las drogas.
Un plan sin soporte
Para el fiscal el fiscal general del distrito este de Pensilvania, William M. McSwain, el proyecto de la organización Safehouse no es más que una trama seudocientífica que invitaría a la invita a la gente a usar drogas en propiedades sancionadas por el gobierno.
Al decidir si los sitios de inyección son una buena idea, las intercesoras deben responder las siguientes preguntas:
¿Dónde está la evidencia científica de que los sitios de inyección llevan a las personas al tratamiento?
¿Cómo es posible que esto no conduzca a la normalización del consumo grave de drogas?
Dado que los usuarios serán anónimos, ¿cómo se puede evitar que los menores consuman drogas en los sitios de inyección? Si los menores sospechosos no muestran prueba de su edad cuando se les pregunta, ¿aún así se les permitirá inyectarse?
Ese es el dilema que deberá zanjar el Juez de Distrito Gerald McHugh Jr. frente a la propuesta de las casas de inyección.