Gustavo Petro asumió este domingo 7 de agosto como el primer presidente de izquierda de Colombia formulando nuevos acuerdos de paz con los grupos armados que se financian del narcotráfico, así como el fin de la “guerra antidrogas” pues la considera un fracaso.
La ceremonia de investidura del ex guerrillero del M-19 tuvo una inesperada pausa por culpa de una espada llena de simbolismo que terminó sembrando discordia entre el gobierno entrante y el saliente.
El ahora expresidente Iván Duque, se rehusó a cederla para la ceremonia.
“Como presidente de Colombia le solicito a la Casa Militar traer la espada de Bolívar. Es una orden del mandato popular y de este mandatario”, manifestó Petro en su primera decisión tan pronto tomó juramento.
Y no fue hasta que el arma fue llevada de la sede presidencial hasta la Plaza de Bolívar, donde se realizaba el acto, que el nuevo mandatario se dispuso a pronunciar su discurso de investidura.
Se trata de la espada del Libertador Simón Bolívar que en 1974 fue robada por la guerrilla del M-19, de la que Petro formó parte. El arma fue devuelta en 1991 tras el desarme de esa organización.
En su primer discurso como jefe de Estado, el exsenador y exguerrillero de 62 años diseñó cambios para este país suramericano de 50 millones de habitantes, acosado por la inequidad, los rezagos económicos de la pandemia y una violencia cíclica de más de 60 años.
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“Es la hora del cambio. Hoy empieza la Colombia de lo posible. Estamos acá contra todo pronóstico, contra una historia que decía que nunca íbamos a gobernar, contra los de siempre, contra los que no querían soltar el poder”, apuntó.
Con la ascensión de Petro, Colombia entra por primera vez al ámbito de la izquierda en la región que podría consolidarse con el posible triunfo de Lula en Brasil.
Ante nueve presidentes invitados y miles de personas congregadas en la Plaza de Bolívar en el centro de Bogotá, Petro se comprometió a “conseguir la paz verdadera y definitiva” en sus cuatro años de mandato.
Prometió que cumplirá lo pactado con las FARC, la guerrilla que firmó la paz en 2016 para convertirse en partido político, y ofreció a los grupos que siguen en armas beneficios penales si renuncian a la violencia. Pero no especificó si su ofrecimiento implica rebaja de penas o sanciones alternativas a la cárcel como las acordadas con las disueltas FARC.
“Convocamos a todos los armados a dejar las armas en las nebulosas del pasado. A aceptar beneficios jurídicos a cambio de la paz”, dijo según una reseña de la AFP.
En Colombia existen varias organizaciones que siguen en armas, como el Ejército de Liberación Nacional, las disidencias que no se acogieron al pacto de paz y el Clan del Golfo que es la mayor banda del narcotráfico.
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Las agrupaciones, que se nutren de las rentas de la cocaína, han manifestado por separado su intención de dialogar con el nuevo gobierno.
El nuevo presidente colombiano también envió un mensaje oculto a Estados Unidos al programar poner fin a la, según dijo, “fracasada guerra antidrogas” que Washington alienta desde hace cuatro décadas.
“Es hora de una nueva convención internacional que acepte que la guerra contra las drogas ha fracasado”, dijo quien ahora preside el país con la mayor producción mundial de cocaína.
Petro propuso cambiar el “fracaso por un éxito” y pasar de la persecución a “una política de prevención fuerte del consumo en las sociedades desarrolladas”.