Como un virus se mantiene la crisis migratoria de menores no acompañados que pidieron a Santa Claus como regalo que los lleve a Estados Unidos.
En Reynosa, el municipio fronterizo mexicano del estado de Tamaulipas con mayor número de migrantes, no cesa el flujo de personas. Allí los pequeñitos establecidos en un campamento situado en la Plaza la República rechazan los regalos que les llevan por ocasión de las Navidades.
Ellos sólo desean que Santa los monte en un trineo para burlar a las autoridades migratorias y poder abrazar a sus padres que viven en Estados Unidos. Muchas inocentes criaturas llegan solas y con notas escritas con los números telefónicos de sus progenitores.
Hace unos días se conoció que Estados Unidos recibió a 122.000 menores migrantes no acompañados en 2021. Se estableció así un récord respecto a 2019 donde se contabilizaron a 69.000 menores que viajaban sin sus padres.
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“El programa enfrentó un desafío sin precedentes a principios de este año“, dijo a CBS News un alto funcionario de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados, la agencia del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) que se ocupa de los niños no acompañados.
La oficina también advirtió que en 2022 el número de niños podría aumentar, por lo que las autoridades estadounidenses preparan varias instalaciones de emergencia en Nuevo México y Carolina del Norte.
La oleada de niños no acompañados sorprendió en el mes de noviembre cuando se contaron a 14.000 menores. “Como profesionales del bienestar infantil con décadas combinadas de experiencia trabajando con niños no acompañados, nosotros, los supervisores del personal de campo (de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados), nos hemos alarmado cada vez más”, señalaron a CNN varios oficiales de la institución.
Asimismo, matizaron que “los procedimientos de seguridad más básicos” para integrar a los menores se estaban obviando y que las instalaciones “funcionaban como campamentos del desastre”.
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Sin embargo, otras fuentes señalan que a los niños se les provee albergue, alimentación, atención médica y educación, mientras las autoridades buscan y verifican a familias de acogida.
Unas semanas después de que el presidente Joe Biden asumiera el cargo, los refugios manejados por esta oficina del HHS alcanzaron su capacidad máxima. Se trata de una ola de migración sin precedentes que colapsó las instalaciones.
El fenómeno también obligó a las autoridades a habilitar centros de convenciones e instalaciones militares para albergar al creciente número de niños que cruzan la frontera.