Solos y a veces acompañados cada día llegan los niños migrantes a la frontera sur de EE.UU. con sus pequeñas mochilas cargadas de ilusiones y con un trozo de papel donde sus padres escribieron el número telefónico de algún pariente.
Desde hace meses las oleadas de menores migrantes sin acompañantes llegan dispuestos a materializar su “sueño americano”.
Una de las promesas de Joe Biden fue acabar con las “despiadadas” políticas migratorias de Donald Trump y sustituirlas por otras más humanas. Y los migrantes suramericanos le tomaron la palabra.
Biden se niega a repatriar a los menores no acompañados, pues regresarían a un país lleno de penurias e incertidumbre. Sus padres prefirieron entregarlos a las fauces de un incierto destino en EU.UU. que verlos morir en la miseria.
Por ello se los encomiendan a las bandas de “coyotes” para que se los hagan llegar a la frontera.
Entre los meses de marzo y abril unos 36.000 niños atravesaron la frontera de EE.UU sin la compañía de un adulto. Según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) de este país, cada día más de 5.000 migrantes son detenidos en la frontera con México.
De todos ellos, 500 suelen ser niños no acompañados. Algunos incluso llegan con la esperanza de reencontrarse con sus padres quienes desde hace tiempo habitan en “el país del sueño americano”. El 80% de ellos ya tiene algún pariente en la nación norteamericana, reveló el gobierno estadounidense.
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Un gélido recibimiento
Una investigación de la BBC descubrió que la desgracia de los niños migrantes no acaba al pisar suelo estadounidense. El prestigioso medio británico recogió desgarradores testimonios de algunos niños recluidos en centros de detención estadounidense.
Los menores refieren que los mantienen en gélidas salas donde sus días transcurren entre enfermedades, piojos, negligencia y suciedad.
Cada noche por el Río Grande, en la frontera entre Texas y México, los menores llegan en balsas. Algunos extenuados por la travesía logran trepar por las riberas. Están temerosos por lo que les aguarda y, sobre todo, le temen a las llamadas “neveras”.
Según el testimonio de estos menores las “neveras” son cubículos con bajas temperaturas donde son ingresados dentro de las instalaciones de procesamiento de migrantes de la Patrulla Fronteriza de EE.UU. El protocolo establece que a los niños migrantes deben despojarlos de los cordones de los zapatos y las correas. Se trata de un procedimiento reservado para los presos comunes para evitar que se suiciden.
A Jordy, un chico que entrevistó la BBC, lo trasladaron para que se uniera a otros 20 menores detenidos. En Texas instalaron carpas para albergar a 250 menores, pero en ocasiones alojan hasta 4.000 no acompañados. Según sus testimonios, en ese campamento los niños se pueden duchar una vez por semana.