Al parecer la popularización de la palabra “mariachi” como sustantivo tiene una anecdótica versión gala.
Corrían los días siglo XIX cuando un triunvirato militar compuestos por fuerzas españolas, del Reino Unido y Francia se aprestó invadir México para cobrar una deuda externa que el presidente Benito Juárez en un primer momento se negó a cancelar.
La diplomacia funcionó y España junto a los ingleses descartaron la acción militar, pero Napoleón Bonaparte III, en su breve período republicano, tenía otros planes. Envió a sus garçons con intenciones de invadir México y apoyar a las fuerzas Confederadas alzadas en los Estados Unidos.
Los chicos galos en 1862 estaban más armados de curiosidad que de ansias por morir bajo las afamadas bayonetas mexicanas, por lo que un día en su marcha de collectionneurs, se toparon, según narra el investigador Jesús Jáuregui, con una boda de rancheros en un poblado de Jalisco, quienes sorprendidos ante tal jolgorio, en el que los músicos tenían un papel muy importante, preguntaron sobre aquella fiesta. El interlocutor lógicamente contestó: “C’est un mariage” que en francés significa “es una boda” y así fue como los franceses denominaron al conjunto musical que derivó en “marriach” y tras el uso “mariachi”.
Desde luego este no es la única pieza etimológica, pero si es la de mayor colorido histórico.
Un ánima que vaga por el mundo
Muchos géneros musicales han servido para la conquista cultural de otras partes del mundo de donde se originó.
La música de marichis compite “de toi à toi” en la conquista de toda América con el género estadounidense rhythm and blues. Sin embargo el género azteca sacó mucha ventaja cuando los chichos del “Tío Sam” salieron a derrotar a Hitler en la Segunda Gran Guerra.
La época de oro del Cine Mexicano ayudó a la música de mariachis a llegar hasta la Patagonia, y hay muchas pruebas de amores en cada barrio latinoamericano, musicalizados con las voces de Jorge Negrete, Antonio Aguilar, Pedro Infante, Javier Solís, Miguel Aceves Mejía, José Alfredo Jiménez, Juan Gabriel, Tomás Méndez, Rubén Fuentes, Gilberto Parra Paz, Vicente Fernández, Luis Miguel y Manuel Esperón.
Historias sobre la globalización del mariachi hay muchas, pero una muy reciente tiene que ver con unos aztecas “urgidos de patria” que estaban en Tokio, a quienes no les costó mucho conseguir para enjugar su nostalgia al “Mariachi Samurái”, al que escucharon a lo lejos, pero se quedaron petrificados cuando vieron que todos sus integrantes eran nacidos y criados en Japón. La agrupación es dirigida por el músico Osamu Hasegawa quien viajó al DF y se enamoró de su música.
Late desde el Zócalo
Si hay un sitio dónde concebir que está el corazón del mariachi mexicano, es en la Plaza Garibaldi del Centro Histórico de la capital. Además dos son los grupos que incrementaron su popularidad: el mariachi del coculense Concepción “Concho” Andrade y el de su compadre Cirilo Marmolejo. Ambas agrupaciones participaron tanto de presentaciones en eventos privados para políticos, como de presentaciones más populares. Hacia 1925 el empresario Juan Indalecio Hernández Ibarra abrió el Salón Tenampa, considerada la meca de la música charra.