La Organización Mundial de la Salud (OMS) aseguró que está siguiendo dos nuevos linajes de la variante ómicron (BA.4 y BA.5), cuyas «mutaciones adicionales deben estudiarse más a fondo para comprender su impacto en el potencial de escape inmunológico».
La agencia está colaborando con los científicos para comprender mejor su propagación actual, así como cualquier impacto potencial que puedan tener.
Hasta el momento, de acuerdo con los datos que posee este organismo, sólo se han notificado unas pocas docenas de secuencias de estas variantes, por tanto, la OMS alienta a los países a que sigan vigilando el virus y a que compartan rápidamente los datos en la plataforma GISAID, que permite tener un mejor conocimiento del virus, incluidos sus nuevos linajes.
El director general de la Organización, el doctor Tedros Adhanom Gebreyesus, dijo que «es gratificante ver una tendencia a la baja en las muertes registradas (por COVID-19), que la semana pasada fueron las más bajas en los dos últimos años». Ha sido enfático la pandemia «está lejos de terminar».
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La transmisión sigue siendo muy alta y la cobertura de vacunación sigue siendo muy baja en muchos países y la relajación de muchas medidas sociales y de salud pública está permitiendo que la transmisión continúe, con el riesgo de que surjan nuevas variantes.
«Cuando la pandemia acaba de entrar en su tercer año, al director le preocupan tres factores. En primer lugar, el cansancio de la población. En segundo lugar, la duración de la inmunidad derivada de la vacunación o la infección anteriores sigue sin estar clara. Y tercero, no podemos predecir cómo evolucionará el virus», señaló un comunicado de la ONU.
En la más reciente presentación del plan estratégico de respuesta a la COVID, se determinaron desde la OMS tres posibles evoluciones de la pandemia.
Por una parte, se espera que el virus siga evolucionando, pero que la gravedad de la enfermedad que causa se reduzca con el tiempo a medida que aumenta la inmunidad debido a la vacunación y la infección. La segunda posibilidad es el mejor de los casos posibles: el surgimiento de variantes menos graves contra las que no sean necesarias dosis de refuerzos o nuevas fórmulas de vacunas.
Pero el tercer escenario es el más temido: la aparición de una variante más virulenta y altamente transmisible.