La pobreza es una condición que no solo se ve, también pude olerse. La densa nube de bacterias que hace flocking en los cielos de Kensington, no solo grafica la desgracia de la indigencia, también abanica el hedor de la descomposición social. La hediondez es parte de la epidemia que se vive por la adicción a opiáceos más grande en la historia del condado, y ella ha estimulado un brote de Hepatitis A que tiene preocupados a los Servicios de Salud.
Un paseo por las calles de Kensington crea metáforas africanizadas, latinoamericanas, favelas recreadas en el país económicamente más poderoso del mundo, pero que no tiene respuestas a la pobreza y que actúa cuando una condición infecciosa amenaza con ir más allá de la vida de los desahuciados.
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Los indigentes en Filadelfia y condados circunvecinos se cuentan por miles. En su mayoría son personas sin techo que viven en la calle. Muchas escenas que a diario se muestran en el segundo estado de la Unión parecieran “portales” a calles de Nueva Delhi en India, donde manadas de humanos viven en casuchas debajo de puentes y a orillas de los ríos.

Esos miles de “moribundos” usan la vía pública para defecar. Además con sus micciones marcan esquinas y es difícil, que la percepción esquive el grave problema sanitario que ya está llamando a las puertas de los vecinos del lugar que cuidan sus trabajos, pagan impuestos y tienen que criar a sus hijos en uno de los vecindarios más deprimidos y biológicamente peligrosos de Filadelfia.
En pocas palabras las heces humanas depuestas indiscriminadamente en las calles de Kensington y de muchos otros lugares de Filadelfia, están ocasionando un brote de Hepatistis A que está en aumento y que a muchos tiene alarmados.
Autoridades sanitarias
El Departamento de Salud de Pensilvania hace más de un mes hizo pública una declaratoria en la que reconoció el brote de la enfermedad hepática.
Se trata de una enfermedad contagiosa cuyas bacterias se ubican en las heces de las personas contagiadas y puede propagarse al comer alimentos contaminados, a través del contacto sexual y el consumo de drogas.
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La Secretaria de Salud de Pensilvania, doctora Rachel Levine, expuso a los medios recientemente los datos con los que se ha amparado la declaratoria de la hepatitis A como un brote: 171 casos en 36 condados desde enero de 2018.

Por su lado las autoridades de salud de Filadelfia dieron la voz de alarma este mes sobre un aumento en los informes de la enfermedad infecciosa. El número de casos en toda la ciudad, unos 30 al año, se ha quintuplicado en los últimos dos años. La mayoría de la gente en riesgo son personas que están luchando contra la falta de hogar y la adicción a las drogas, de acuerdo con los datos del departamento de salud.
De acuerdo a datos periodísticos recientemente expuestos por la prensa local, tres cuartas partes de los casos de hepatitis A documentados en Filadelfia desde mayo se dieron entre adultos que informaron sobre el uso de drogas, escribieron las autoridades de salud en un informe del 19 de julio. Más de una cuarta parte no tenía hogar.
Los “asentamientos” de personas sin hogar de Kensington irrumpieron en la vista pública hace dos años, después del tan criticado cierre en la ciudad de “El Campamento”, el refugio más grande que existió durante décadas a lo largo de las vías del tren de Conrail a lo largo de la Avenida Lehigh.
Somerset Neighbors for Better Living, un grupo cívico local, sugirió que se proporcionen camiones con duchas y baños para las personas que viven allí. Otras ciudades, como Minneapolis, han establecido “estaciones de desinfección” para ayudar a sofocar la propagación de enfermedades en áreas donde la gente vive en la calle.