Los hermosos caracoles rojos, conocidos también como caracoles de caballo que habitan en Florida están en peligro de extinción debido a un siglo de recolección sin regulaciones.
Una acreditada investigación divulgada en la revista científica MÁS UNO, señala que la población del Golfo de México de estos caracoles marinos también podría estar a punto de desaparecer.
Los autores advirtieron que la llamativa especie, con hábitat en el Golfo de México, estaría al borde del colapso, mientras que la del estado de Florida vive una vida más corta y se reproduce más tarde de lo que se pensaba.
“La vida útil real es significativamente más corta”, señaló el ecólogo marino de la Universidad del Sur de Florida Gregory S. Herbert, quien estuvo al frente del equipo de investigación.
Al igual que otros animales marinos que habitan cerca de las costas pobladas, los caracoles de caballo sucumben debido a la contaminación. Sus zonas de reproducción favoritas son afectadas por la actividad humana.
Además, su hábitat también se calienta debido al cambio climático. Los resultados indicaron, sin embargo, que la amenaza más inmediata para la reducción de su número y tamaño es la sobreexplotación, principalmente por sus codiciadas conchas.
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La cosecha comercial en Florida cayó de un máximo de 14.511 caracoles caballares en 1996 a 6.124 en el año 2000; y de mil 461 en 2015 a solo 67 en 2020, según datos de la Comisión de Conservación de Vida Silvestre y Pesca de Florida.
Las conchas pueden llegar a medir más de 30 centímetros y los cuerpos rojo-anaranjados brillantes como conos de tráfico hacen de estos caracoles rojos una de las especies más llamativas de las playas del sureste de Estados Unidos. Antes eran aún más grandes. Las fotografías históricas de Florida muestran a los turistas cuando cargaban caracoles de la mitad del tamaño de un niño pequeño. Esos tamaños ya no se ven, lo que llevó a los investigadores a preguntarse por qué.
Una vida no tan larga
Los científicos utilizaron la esclerocronología, la versión de caparazón de la dendrocronología, o ciencia de los anillos de los árboles, para investigar la duración de la vida de estos animales. Sus conchas llegan a medir hasta 60 centímetros, desde la punta hasta el embudo.
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Tales dimensiones habían llevado a algunos científicos a suponer que estos caracoles podían vivir medio siglo o más, y que las hembras enviaban cientos de miles de caracolas diminutas al mar durante décadas. La nueva investigación determinó que no es así.
“La vida real es significativamente más corta”, de siete a 10 años, dijo Gregory Herbert. La investigación señala además que las hembras desovan más tarde en su vida. Todo ello debido a que los caracoles más grandes que viven en la actualidad son más pequeños y más jóvenes que los caparazones históricos utilizados en el estudio.
“Las hembras más grandes que quedan en la naturaleza podrían tener pocos eventos de desove en la vida, si es que hay alguno”, advierte la investigación.