A pesar que los prototipos de la copa menstrual comenzaron a aparecer en la década de 1930, con la primera patente presentada en 1937 por la actriz estadounidense Leona Chalmers, fue en los últimos años cuando se extendió su uso.
Tal vez sea una mezcla de consciencia sobre el cambio climático y el uso desmedido de las toallas y tampones como desechos al medio ambiente, tal vez también se deba a comodidad o marketing, lo cierto es que ahora, hay más testimonios de uso. Se estima que una mujer tiene alrededor de 450 ciclos entre la primera y la última menstruación, lo que significa que necesita usar aproximadamente 7.200 toallas sanitarias.
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El recipiente tiene forma de copa y, como está hecho de un material maleable, no causa ninguna molestia dentro de la vagina. Hay diferentes opciones de tamaño, entre 4 a 6 centímetros de largo y 3 a 5 cm de diámetro en la parte superior. Las versiones más grandes están destinadas a personas con un flujo menstrual más intenso o que hayan tenido partos vaginales.
Al seguir pautas médicas de higiene y buen uso sencillas, el producto es completamente seguro y puede durar hasta 10 años, lo que significa un buen ahorro. Cuando se desinfecta adecuadamente, es muy seguro usar una copa menstrual. Si no se somete a una limpieza adecuada, se incrementa el riesgo de infecciones en la zona íntima.