Esta Semana Santa atípica ha contado con algunas noticias inesperadas, el papa Francisco realizó el Jueves Santo una misa matinal en la basílica de San Pedro del Vaticano, aunque renunció al tradicional lavado de pies.
Por segundo año consecutivo todos los actos que conmemoran la muerte de Jesús en la cruz serán celebrados dentro de los muros del Vaticano debido a la pandemia de coronavirus y sin la presencia de fieles.
Francisco además no asistió a la conmemoración en la tarde del Jueves Santo en la basílica romana de San Juan que recuerda la Última Cena de Jesús con sus apóstoles.
Esta ceremonia quedó a cargo del decano del Colegio Cardenalicio, el cardenal italiano Giovanni Battista Re.
En otros años, el pontífice argentino conmemoró el Jueves Santo en una cárcel y en un centro de refugiados, y lavó los pies a detenidos e inmigrantes, inclusive de religión musulmán.
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El Vaticano compartió un comunicado donde recordó que el drama de la pandemia de coronavirus ha cambiado las celebraciones en todo el mundo.
Durante la llamada «misa crismal» de la mañana del Jueves Santo, en la que se bendicen los aceites que se van a utilizar durante los sacramentos, el papa habló de las «cruces» que pesan sobre la humanidad y reconoció que «vivimos una época marcada por los escándalos» y que hay que rechazarlos como «un veneno».
El pontífice presidió el Viernes Santo como el año pasado el Via Crucis desde la plaza de San Pedro y no el alrededor del Coliseo de noche, como era la tradición.
La imagen extraordinaria y solitaria de Francisco en medio de la plaza de San Pedro vacía fue el emblema el año pasado.
El domingo de Pascua, el 4 de abril, el papa dará la tradicional bendición «Urbi et Orbi» (a la ciudad y al mundo) desde la basílica de San Pedro, durante la cual lanza un mensaje a los católicos y recorre los conflictos que azotan al mundo.