En su primera reacción tras la muerte en un ataque de Estados Unidos del comandante de la Fuerza Quds de los Guardianes de la Revolución iraní, Qasem Soleimaní, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, manifestó que el mundo no puede permitirse otra guerra en el Golfo Pérsico.
“El secretario general ha defendido constantemente la reducción de las tensiones en el Golfo. Está profundamente preocupado por la reciente escalada”, aseguró el portavoz de Guterres, Farhan Haq, en un breve comunicado.
El jueves 2 de enero fuerzas estadounidenses lanzaron un ataque selectivo en Bagdad en el que murió Soleimaní junto al vicepresidente de las milicias chiíes iraquíes Multitud Popular, Abu Mahdi al Mohandes.
En una justificación del ataque, el Pentágono aseguró que Soleimaní desarrollaba planes para atacar a los diplomáticos y miembros del servicio estadounidenses en Irak y en toda la región.
“Este es un momento en el que los líderes del mundo deben ejercer la máxima contención”, dijo Guterres ante el temor de que la situación se desborde en una zona azotada desde hace varios años por conflictos.
En los mismos términos se ha manifestado el embajador de Francia ante Naciones Unidas, Nicolás De Rivière, en unas declaraciones a la prensa antes del inicio de una reunión a puerta cerrada del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Siria.
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“Solo llamo a una mayor desescalada, es lo que necesitamos ahora, una reducción de la tensión, necesitamos estabilidad en la región y vamos a animar a todo aquel que quiera trabajar” por reducir la tensión en la zona, insistió De Rivière.
El general Soleimaní era el encargado de las operaciones fuera de Irán de los Guardianes de la Revolución y estuvo presente sobre el terreno en Siria y en Irak, supervisando a las milicias respaldadas por Teherán en ambos países árabes.
El líder supremo iraní, Ali Jameneí, prometió una “dura venganza” por la muerte de Soleimaní.
“Su fallecimiento no detendrá su misión, pero los criminales que han manchado sus manos con la sangre del general Soleimaní y de otros mártires en el ataque del jueves por la noche deben esperar una dura venganza”, dijo.
Los presidentes de Rusia, Vladímir Putin, y Francia, Emmanuel Macrón, también mostraron su preocupación por la muerte del general iraní así como por la posibilidad de que pueda agravar seriamente la situación en la región de Oriente Medio.