La convulsa situación en Asia donde militarmente interviene desde hace décadas los Estados Unidos, acaba de girar a una potencial expresión virulenta de guerra luego que el presidente estadounidense, Donald Trump, autorizara el ataque en el que murieron en Bagdad el vicepresidente de las milicias chiíes iraquíes Multitud Popular, Abu Mahdi al Mohandes, y Qasem Soleimani, comandante de la Fuerza Quds de los Guardianes de la Revolución de Irán, informaron Newsweek y CNN.
Frente a los hechos el Gobierno iraquí y la máxima autoridad religiosa chií del país, calificaron el ataque que Estados Unidos realizó esta madrugada en Bagdad y que acabó con la vida de Qasem Soleimani, comandante de la Fuerza Quds de los Guardianes de la Revolución de Irán, como una “violación de la soberanía” de Irak.
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El presunto bombardeo selectivo tuvo lugar en la madrugada del viernes, después de que las tensiones aumentaran en los pasados días entre Washington y Teherán con el asalto de seguidores de la Multitud Popular a la embajada de EE.UU. en Bagdad el 31 de diciembre, cuando consiguieron irrumpir y quemar una pequeña parte del complejo.
El primer ministro dimisionario de Irak, Adel Abdelmahdi, denunció en un comunicado que “llevar a cabo operaciones de ajuste de cuentas contra figuras de liderazgo iraquíes y de un país hermano en suelo iraquí constituye una violación flagrante de la soberanía iraquí y un ataque a la dignidad del país”.
Asimismo, advirtió de que esta acción representa “una escalada peligrosa que enciende una guerra destructiva en Irak, en la región y en el mundo”.
La Multitud Popular informó de que el vehículo en el que viajaban su vicepresidente, Abu Mahdi al Mohandes, y Soleimani fue blanco de un bombardeo estadounidense en la carretera del aeropuerto y el Pentágono confirmó poco después el ataque, que buscaba “disuadir” futuros planes de Irán contra intereses norteamericanos en Oriente Medio.
Abdelmahdi también denunció que el ataque contraviene las condiciones y el papel de las fuerzas de EE.UU. desplegadas en Irak, recordando que su cometido es entrenar a las tropas iraquíes y luchar contra el grupo terrorista Estado Islámico (EI), “bajo la supervisión y con la aprobación del Gobierno iraquí”.
El primer ministro ofreció además sus condolencias por la muerte de Al Mohandes y Soleimani, a los que calificó de “grandes símbolos de la victoria frente al EI”.
Por su parte, la máxima autoridad chií de Irak, el ayatolá Ali al Sistani, también calificó el ataque de “violación flagrante de la soberanía iraquí y de los tratados internacionales”, en un discurso pronunciado por su representante durante el rezo sagrado del viernes.
Al Sistani lamentó la muerte de los “héroes” de la lucha contra el EI y pidió “moderación” a todas las partes y que actúen con “sabiduría” ante la peligrosa situación hacia la que se dirige Irak, en su opinión.
Las milicias progubernamentales Multitud Popular desempeñaron un papel destacado en la lucha contra el EI en Irak, donde fue derrotado territorialmente a finales de 2017, aunque todavía sus combatientes tienen presencia en algunas zonas del país y llevan a cabo atentados de forma esporádica.
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Esa agrupación armada integrada principalmente por batallones chiíes ha actuado bajo el mando de las fuerzas regulares de Irak, que a su vez se coordinan con las estadounidenses para hacer frente a los extremistas en el marco de la coalición internacional capitaneada por Washington.
Sin embargo, EE.UU. responsabiliza al grupo Kata’ib Hizbulá, que opera bajo el paraguas de la Multitud Popular, del frecuente lanzamiento de proyectiles y cohetes contra intereses estadounidenses en suelo iraquí en los pasados meses, lo que ha llevado a una escalada de la tensión que ha culminado en el ataque de este viernes.