Estar armado dentro de un templo cristiano y repeler con fuerza letal un ataque para salvar a los hermanos de la fe congregados, es la respuesta que se dio ayer en la localidad de White Settlement, Texas, acción que el presidente Donald Trump tomó como ejemplo válido para enfrentar el odio en la nación.
El líder de la nación, luego de expresar sus condolencias por la muerte de dos cristianos que acudieron al servicio religioso del lunes, no reparó en calificar de “héroes” a los que armados asistieron al culto y enfrentaron a balazos al atacante, quien antes de ser dado de baja hirió mortalmente a dos feligreses.
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El presidente destacó que 242 vidas fueron salvadas por “héroes” que dispararon contra el atacante gracias a las leyes de Texas que permiten el porte de armas.
“Nuestras oraciones están con las familias de las víctimas y de la congregación de la iglesia atacada ayer”, escribió Trump en su cuenta de Twitter.
El gobernante indicó que el ataque se acabó “en seis segundos gracias a los valientes feligreses que actuaron para proteger a 242 compañeros de culto”.
“¡Estos héroes salvaron vidas y las leyes de Texas les permitieron llevar armas”, agregó.
Este tipo de respuestas que para muchos tiene fuertes contradicciones en el orden ético, moral y doctrinario, tienen a su vez en la propia deontología su justificación porque al fin y al cabo matar un hombre desde el punto de vista moral es una experiencia subjetiva, social, política y religiosa.
En medio de esta suerte de muerte ejemplificante quedó abatido un hombre lleno de odio que fue identificado por la policía como Keith Thomas Kinnunen, de 43 años, quien abrió fuego el domingo en medio de un servicio religioso en una iglesia cristiana en la localidad de White Settlement, en Texas, pero fue repelido por uno de los asistentes -el jefe de seguridad del lugar- que le disparó.
Uno de los feligreses falleció en la iglesia West Freeway Church of Christ debido a los disparos, mientras que otro de los integrantes de la comunidad religiosa y el atacante murieron cuando eran trasladados a un centro hospitalario.
El pasado 1° de septiembre entró en vigor una ley firmada por el gobernador de Texas, Greg Abbott , la cual permite el ingreso de armas a las iglesias.
La norma, que otorga la potestad a las comunidades religiosas de prohibir que los asistentes porten armas, se aprobó después de que un sujeto disparara en 2017 en una iglesia baptista ubicada en la localidad de Sutherland Springs, lo que causó la muerte de al menos 26 personas y dejó heridas a otra veintena.
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El tiroteo en White Settlement tuvo lugar luego de que un hombre fue detenido en el estado de Nueva York tras herir con un machete y un cuchillo a cinco personas durante la celebración del Janucá en la residencia de un rabino el sábado, en lo que las autoridades locales han descrito como “terrorismo interno”.