Muchos jóvenes de República Dominicana, sobre todo de los sectores más vulnerables, afirman que su futuro laboral está en la venta de drogas, porque quiénes lo hacen “tienen más de una mujer, dinero y viven bien”.
Esta afirmación reposa en los resultados de una investigación titulada “Los jóvenes dominicanos, esos desconocidos”, realizada por Acción Empresarial por la Educación (Educa) y otras instituciones. El estudio revela también que de 2.7 millones de los jóvenes dominicanos censados, 750 mil están desempleados y un millón ni estudia ni trabaja.
Educa es una institución dominicana que representa al sector privado en materia de educación, y que trabaja para que todo niño, niña y adolescente cumpla con el derecho humano fundamental a recibir una educación de calidad.
Tras analizar el estudio, el director ejecutivo de Educa, Enrique Darwin Caraballo, manifestó que el dato referido es motivo de preocupación porque si esa situación no se corrige entre 10 a 15 años habrá un riesgo enorme de inseguridad en el país.
“Cuando lo ilícito se vuelve en un modelo a seguir hay un riesgo enorme, porque los jóvenes están saliendo a esas actividades delictivas y el sistema no le está dando ninguna respuesta”, dijo.
De acuerdo con los resultados de la investigación a pesar del notable crecimiento que la economía ha experimentado desde el año 2000, la tasa de desempleo global permanece estancada entorno al 14%, mientras que para el segmento joven esta cifra es casi el doble superando el 23% en 2016.
Adicionalmente, los jóvenes ocupados se encuentran laborando fundamentalmente en empleos de baja calidad debido a la alta incidencia de la informalidad en el mercado de trabajo y los bajos niveles salariales que promedian los RD$ 100,00 mensuales.
En ese orden, el estudio refleja que la capacitación laboral y la educación superior son los factores que inciden en la probabilidad de los jóvenes de obtener un empleo formal.
Sin embargo los jóvenes que han logrado culminar estudios universitarios enfrentan dificultades para acceder oportunamente a empleos debido a la brecha que existe entre las competencias adquiridas por los jóvenes, sus expectativas salariales y los perfiles demandados por el sector productivo y la remuneración que ofrecen.
Caraballo dijo que debe haber un cambio en la forma de educar y garantizar que un bachiller adquiera las competencias para innovar y tener un empleo bien remunerado.