Los informes en torno a 300 casos de pedofilia que involucran a presbíteros revisados en la Corte Suprema de Pensilvania, Estados Unidos, han guiado al papa Francisco a implantar un protocolo de actuación común, para que los “hombres de iglesia” palpen por cuenta propia el sufrimiento de las víctimas de abusos.
Jorge Mario Bergoglio, el Sumo Pontífice nacido en Argentina, desea que en el seno de la Iglesia se reafirme en “forma concreta” que los supervivientes de abuso clerical son “prioridad en la mente de todos”.
Con tenacidad moral el Papa Francisco convocó, entre el 21 y el 24 de febrero, a los presidentes de las Conferencias Episcopales del mundo a participar de una cumbre sin precedentes, en la que tratarán los casos de abusos sexuales en el seno de la Iglesia, y les pidió que antes visitaran “personalmente” a las víctimas.
Las 114 conferencias episcopales desplegadas en todo el mundo, han recibido una carta de puño y letra de su Santidad, en la que el prelado explica a los obispos que el objetivo de visitar a las víctimas es que aprendan “de primera mano el sufrimiento que han soportado”.
De forma concreta para el guía del Vaticano esos encuentros personales serán una “forma concreta” de reafirmar que los supervivientes de abuso clerical son “prioridad en la mente de todos” durante el encuentro de febrero.
El objetivo principal de estas decisiones papales es que “no vuelva a reproducirse el silencio cómplice” de las más altas esferas de la jerarquía católica en torno a casos de abusos sexuales o delitos de cualquier índoles.
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Durante 2018, informes como el de la Corte Suprema de Pensilvania, Estados Unidos, que reveló que más de 300 sacerdotes abusaron de niños durante las últimas siete décadas “con la mirada connivente del Vaticano”, o el de la Iglesia católica alemana, que documentó 3 mil 677 casos de abusos sexuales a niños entre 1946 y 2014, aceleraron esa decisión papal.
En medio de los manejos institucionales del problema, el Papa Francisco también ha sido una víctima. Durante su visita a Chile y tal vez abrumado por el tono del escándalo de pedofilia, el máximo jerarca católico defendió al obispo Juan Barros, acusado por un grupo de víctimas de encubrir los abusos sexuales del sacerdote Fernando Karadima.
El Papa se dio cuenta de su error a los pocos días, y lo rectificó: recibió a tres de las víctimas de Karadima en el Vaticano y abrió una investigación que cristalizó en la renuncia en bloque de la Conferencia Episcopal del país andino.
En agosto de 2018, en el Encuentro Mundial de las Familias durante a su viaje a Irlanda, el Pontífice también hizo de la lucha contra la pederastia una de las claves de su viaje.
Además, a finales de este año el Vaticano oficializó la salida del círculo de consejeros que asesoran al Papa (el C-9 vaticano) de los cardenales Francisco Javier Errazuriz y George Pell.
El primero está implicado en el encubrimiento de las denuncias de las víctimas de Karadima; el segundo fue recientemente condenado por un tribunal australiano por abusos sexuales a dos menores.