Según los informes, Donald Trump está extremadamente descontento al no poder resolver el problema de la inmigración. Fue el tema de la inmigración lo que lo llevó a la Casa Blanca y está dispuesto a hacer cualquier cosa para mantener el enfoque en la inmigración. Volverá a la frontera muchas veces como lo hizo la semana pasada con la Secretaria Nielsen. La despidió poco después de la visita y nombró al Comisionado de Protección Fronteriza Kevin McAleenan para reemplazarla, pero según las reglas, el puesto debió haber ido a la subsecretaria de administración Claire Grady. La salida de Nielsen deja al DHS junto con el Pentágono e incluso el personal de la Casa Blanca sin jefes permanentes.
Los expertos juzgan estas acciones como una prueba de que Stephen Miller ha ganado poder y los movimientos de Trump parecen indicar que está escuchando a Miller. “El presidente Obama separó a los niños”, dijo Trump a la defensiva desde la Oficina Ovalada. Él sigue dictando la política por Tweet y parece querer agitación y confrontación en la frontera porque eso mantiene su nombre en los titulares. Amenaza con represalias económicas a Honduras, Guatemala y El Salvador, en lugar de ayudar a sus economías para mermar el flujo de emigración. Tal vez su inamovible base lo apruebe, compartiendo su inclinación a intimidar a los impotentes. Pero los Demócratas están cometiendo un error al centrarse en la inmigración. En lugar de entablar una discusión con Trump deberían cuestionar su administración sobre la atención médica. Trump y los Republicanos no quieren discutir la atención médica porque acaban de intentar destruir Obamacare, otro asunto que Trump usó durante la campaña, pero que en este momento no mostraría una imagen positiva del GOP. Además, los demócratas deben dejar de hablar de juicio político. Tomaría demasiado tiempo, e incluso las personas que se oponen a Trump se cansarían de un proceso prolongado.
El partido de Lincoln es irreconocible bajo Donald Trump, y él no representa los valores de la mayoría. Ha socavado todas nuestras instituciones, atacando el sistema de justicia, quizás por temor a su futuro ante los tribunales. Nos separó de nuestros aliados tradicionales como la OTAN y buscó la amistad de los dictadores, expresando admiración por Vladimir Putin y Kim Jong Un. En los próximos meses, mientras los candidatos compiten por la nominación del Partido Demócrata, Trump llegará a la vanguardia con epítetos, apodos odiosos y degradantes, y una campaña de desprestigio sobre su historial o su reputación. Trump ha aumentado sus ataques contra Robert Mueller, y continúa sugiriendo que toda la investigación fue realizada por Demócratas infelices que nunca quisieron admitir la derrota. Afirma exoneración, pero sabemos la verdad, y nuestros votos en 2020 le harán saber que su farsa ha terminado. Finalmente, podemos dejar de avergonzarnos de que este hombre nos haya gobernado y haya representado a nuestro país ante el mundo. Trump es un matón con un récord indefendible, que representa los peores instintos de algunos de nosotros, y podemos poner fin a esta pesadilla solo yendo a las urnas.
Editorial