La secretaria adjunta para Asuntos Legislativos del Departamento de Estado, Mary Elizabeth Taylor, tomó la decisión de renunciar a su cago en la administración Trump, debido a un profundo desacuerdo con la forma como el Presidente encaró y manejó las decisiones políticas relacionadas con los disturbios raciales.
La carta de renuncia llegó al diario The Washington Post, que hizo pública la decisión de la joven afroamericana de 30 años, parte del equipo republicano que desde el primer día de la presidencia del neoyorquino laboró para su gobierno con cargo inicial en la Casa Blanca.
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El diario capitalino dejó para la lectura varios extractos de la misiva en la que se explica como el alma de Trump, hasta ahora oculta para una de sus correligionarias y servidoras, terminó por revelarse obligándola a elegir entre su servicio al gobierno o sus valores.
“Los momentos de agitación pueden cambiarte, cambiar la trayectoria de tu vida y moldear tu carácter. Los comentarios y acciones del Presidente en torno a la injusticia racial y los afroamericanos atentan contra mis valores y convicciones básicos”, afirmó Taylor en su carta de dimisión, a la que accedió el Post.
“Debo seguir los dictados de mi conciencia y renunciar como secretaria adjunta de Estado para Asuntos Legislativos”, indicó, un cargo desde el que hacía de nexo entre el Departamento de Estado y el Congreso.
El peso republicano y trumpista de Mary Elizabeth Taylor era sumamente específico y no se trata de una funcionaria de bajo nivel. En sus manos estaban la toma de decisión de gran alcance e impacto para la administración Trump. En este caso se trata de una dimisión de consiencia y no de un escándalo de “burlesque” como han sido muchos de los ateriores que han hecho blanco en el Jefe de Estado.
Antes de entrar al Departamento de Estado, Taylor había trabajado como directora adjunta de nominaciones de la Casa Blanca, ayudando en el proceso de confirmación en el Senado de cerca de 400 nominados por Trump.
Entre ellos el juez del Tribunal Supremo Neil Gorsuch, la directora de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Gina Haspel, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, y el secretario de Estado, Mike Pompeo, que la fichó para su departamento tras acceder al cargo.
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Previo a su paso por el Gobierno, Taylor había trabajado para el senador Mitch McConnell, jefe de la mayoría republicana en el Senado, una experiencia que le permitió desempeñar sus cargos en la Casa Blanca y el Departamento de Estado.
Según el Post, la de Taylor es la primera dimisión de alto perfil en el Gobierno de Trump como consecuencia de las protestas raciales que estallaron en Estados Unidos tras el asesinato a manos de un policía blanco del ciudadano negro George Floyd en Mineápolis a finales de mayo.