Desde el momento en que anunció que era candidato a la presidencia, los verdaderos sentimientos de Trump sobre los hispanos y todos los extranjeros se hicieron evidentes. Atacó a los mexicanos como violadores, prohibió a los musulmanes que vinieran a los Estados Unidos y ha intensificado sus ataques contra los inmigrantes en cada manifestación, a través de Twiter y en sus comentarios a los medios. Mirando hacia atrás en las décadas del camino hacia la fama de Donald Trump, es fácil elaborar un perfil del hombre como un individuo ambicioso, buscando la fama, decidido a colocar su nombre en los edificios y en los titulares. En su camino para enriquecerse, también vendió su alma a dictadores y multimillonarios. Nunca fue Republicano y era conocido por apoyar a Hillary Clinton y otros Demócratas. Su frágil ego resultó lastimado cuando Barack Obama lo llamó por su nombre y dijo graciosamente que era un gran problema preocuparse por quién sería despedido de “The Apprentice”, el exitoso reality show televisivo de Trump. “Eso me mantendría despierto por la noche”, dijo Obama. Se ha informado que estaba tan enfurecido por la humillación que decidió en ese momento postularse para la presidencia. Ciertamente pasó suficiente tiempo atacando a Obama durante las elecciones y después de su estrecha victoria, afirmando repetidamente que su misión sería deshacerse de Obamacare. Trump debió estar enojado porque Obama se burló de él por varias razones, sobre todo porque fue el primer presidente negro y por su popularidad.
Trump nunca se ha retractado de su visión negativa del mundo, lo cual lo llevó a su política de aislacionismo, jingoísmo y racismo manifiesto. Después del ataque a los mexicanos, atacó a un juez por ser latino, atacó la investigación de las elecciones de 2016 y la nominación de Robert Mueller para presidirlo como una “cacería de brujas”. Abrazó a Vladimir Putin atribuyendo más credibilidad a él que a la inteligencia estadounidense en su negación de interferir en las elecciones de 2016. Continúa negando la participación de Putin y, en un momento, durante una conferencia de prensa hizo un chiste, pidiéndole burlonamente a Putin que no interfiera. No tiene miedo a la controversia en este momento y en realidad disfruta de los enfrentamientos con las minorías, el Congreso y los tribunales. Él ya ha moldeado las cortes a su satisfacción y le queda mucho tiempo para hacer más daño. Y ha adoptado un enfoque de confrontación con The Squad, Elijah Cummings, el Reverendo Al Sharpton y los alcaldes de las grandes ciudades gobernadas por Demócratas. Podemos contar con más ataques en todas sus manifestaciones, donde se siente totalmente cómodo al expresar opiniones escandalosas sobre sus temas favoritos. Los líderes Republicanos no han podido censurarlo. Pelosi no quiere juicio político. Solo hay una cosa que hacer y es derrotarlo en 2020. Recordemos todas las razones por las que no está calificado cuando vamos a votar.
Editorial