Hace 25 años Kenneth Stouhg Jr. creyó haberse salido con las suyas tras asesinar a un empleado de una tienda en el condado de Orange, en el centro de Florida. Pero una prueba de ADN impidió que eso sucediera.
El 3 de febrero de 1996 mató de 73 puñaladas al humilde trabajador Terence Paquette de 31 años. Lo dejó en el baño de hombres, robó mil dólares y se marchó como si nada. En la ejecución del crimen él mismo se lesionó con el arma homicida y dejó gran cantidad de sangre por todo el establecimiento.
Las autoridades hallaron el cadáver poco antes de las siete de la mañana, después que un hombre llamara al servicio 911. La persona dijo que pasaba con frecuencia por la tienda a esa hora, pero notó que las luces estaban apagadas de manera inusual.
Al llegar las autoridades, frente al negocio se encontraban los empleados de una empresa de servicios de blindados. Esperaban recoger un depósito en efectivo, pero las puertas estaban cerradas. Tras una breve espera los agentes obtuvieron las llaves de un compañero de trabajo de la víctima.
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Al abrir encontraron el cadáver y mucha sangre. Les llamó la atención en especial una huella sangrienta sobre el picaporte de un congelador. Sin embargo, los investigadores no podían hacer nada con los rastros hemáticos, la tecnología de la época no se los permitía. Poseían las muestras, pero no podían hacer nada con ellas. Sólo archivaron la sangre.
Frustrados los detectives decidieron cerrar el caso el 29 de septiembre de 1997. No tenían nada que hacer a pesar de que el asesino vivía al otro lado de la calle. Víctima y victimario eran vecinos. Durante dos décadas Kenneth Stouhg Jr. pensó que estaba fuera del alcance del brazo de la ley.
Pero todo cambió gracias a la tecnología de genealogía genética. Stough Jr. se había mudado a la ciudad de Eustis, en Florida y allá fueron a dar a los detectives. Durante largas jornadas lo vigilaron hasta que un día, mientras festejaba, tiró siete latas de cervezas vacías en un basurero. Las arrojó dentro de una bolsa gris y se marchó. Desconocía que sus días de libertad estaban por terminar.
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Los investigadores dijeron que obtuvieron las latas después de obtener una orden que permitía la vigilancia por GPS. Los documentos señalan que el dispositivo se colocó en el vehículo del sospechoso sin que él lo supiera. Por ello lo seguían a todas partes. Estaba acorralado y sólo faltaba que la ciencia hiciera lo suyo.
En marzo de 2021, el Departamento de Aplicación de la Ley de Florida consiguió un laboratorio forense externo analizara una muestra. Un analista logró desarrollar un perfil que coincidía con Kenneth Sough Sr. y Carol Ann Crawford, los padres del asesino de Orange.
Las latas sirvieron como una formalidad para comprobar lo que ya sabían. Los resultados fueron concluyentes: el vecino era el asesino. La mancha de su propia sangre encontrada en el mango del congelador de bebidas lo encarceló. Ahora Stough está acusado de asesinato en primer grado con arma de blanca y robo con arma mortal.