De espaldas a 400 años de una perturbadora historia, el presidente Donald Trump trata de convencer a la ciudadanía de “superar las pasiones y prejuicios del momento” y confiar en las instituciones como cura a la discriminación racial.
La nación escuchó sus palabras pronunciadas en el honorable campus de la Academia Militar West Point en Nueva York en ocasión de la graduación de 1.100 cadetes. Su discurso fue examinado por especialistas políticos, como un intento de transformar en un tema baladí el asesinato de George Flyod. Este sería su segundo intento, porque ya desde Washington la semana pasada mencionó que la “cura al racismo” era recobrar la fuerte economía del país.
Puedes leer: Tensión en Atlanta por la muerte de un hombre afromericano a manos de la policía
Los analistas coinciden que el uso del tema racial en tiempos de elecciones es un déjà vu que le ha sido de utilidad al bipartidismo. Sin embargo notan que los movimientos de la Casa Blanca para desactivar la protesta que tiene frustrada a la nación son inadecuados.
Puedes leer: Racismo estructural causante de mortalidad por COVID-19 en afroestadounidenses
En ambas aceras del poder estadounidense el Jefe de Estado Donald Trump tiene adversarios. El grupo Lincoln lo quiere fuera del poder y los progresistas solo desean permitirle un mandato. Entre muchas estrategias para mantener sus votos duros Trump está tratando de hacer reingeniería a su cuestionada respuesta a la pandemia, transformando al virus en un “enemigo extranjero”. Frente a la élite militar de West Point, Trump juró que acabaría con la peste, haciendo un esfuerzo por sustantivar en China al adversario a vencer.