Las autoridades migratorias del departamento colombiano de Norte de Santander están convencidas de que grupos al margen de la ley que operan en la frontera con Venezuela reclutan a menores migrantes para esclavizarlos en los cultivos y laboratorios de coca.
Los menores que llegan agobiados en busca de un mejor porvenir, al no encontrar empleo son reclutados por delincuentes que luego los trasladan a las zonas de cultivo de coca para trabajar como jornaleros.
En el argot delictivo a los peones les llaman “raspachines” o “raspa coca”. Su labor consiste en recolectar con las manos sólo las hojas del arbusto. Las extenuantes jornadas de trabajo provocan que sangren sus manos por tan sólo 140 dólares semanales.
El secretario de fronteras y asuntos migratorios de la gobernación de Norte de Santander, Víctor Bautista, dijo que “no existe un número consolidado sobre cuántos menores han sido reclutados en la convulsa región del Catatumbo. Pero la cifra va en aumento y eso les preocupa.
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Las Organizaciones no Gubernamentales como la Human Rights Watch (HRW) sostienen que son miles de menores los que se encuentran esclavizados. Ninguno imaginó que huiría del país que los vio nacer para terminar trabajándole a narcotraficantes. Duermen en improvisados ranchos de madera donde además les suministran alimentos.
Así prosperan los narcotraficantes, con mano de obra barata. La mayoría de los menores que trabajan como “raspachines” ahorran dinero para escapar y continuar su travesía en busca de una mejor vida.
Los grupos guerrilleros aprovechan la precaria situación con la llegan los migrantes para ponerlos a trabajar en los sembradíos de coca. La mano de obra barata permite al mismo tiempo que progrese el negocio del narcotráfico.
“Allí están el ELN, alguna disidencia de las FARC, los Rastrojos, unos llamados Gaitanistas y otros grupos de ilegalidad que están presentes en la zona de frontera y que aprovechan la vulnerabilidad de los menores para hacer reclutamiento y para temas más complejos como explotación sexual de menores”, añadió Víctor Bautista.
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A diario por la frontera del Norte de Santander ingresa un promedio de 200 migrantes de los cuales el 45% son menores no acompañados. Lo más dramático radica en que muchos de ellos terminan en los laboratorios clandestinos de la droga hasta que envejecen y los desechan.
Por su parte, el defensor del pueblo de Colombia, Carlos Camargo, expresó que “la otra emergencia en Latinoamérica es el paso de migrantes transcontinentales y del Caribe”. Llegan provenientes de Asia, África, Europa y Latinoamérica que buscan ingresar a los países del norte del hemisferio.