En su tercera encíclica titulada “Fratelli tutti” (Hermanos todos) y publicada este domingo, el Para Francisco afirma que en los tiempos que vivimos “es muy difícil sostener los criterios racionales madurados en otros siglos para hablar de una posible guerra justa. ¡Nunca más la guerra!”, apunta.
Francisco solicita en su encíclica la creación “de organizaciones mundiales más eficaces, dotadas de autoridad para asegurar el bien común mundial, la erradicación del hambre y la miseria, y la defensa cierta de los derechos humanos elementales”.
En el mismo documento el sumo pontífice apunta a la necesaria reforma “tanto de la Organización de las Naciones Unidas como de la arquitectura económica y financiera internacional, para que se dé una concreción real al concepto de familia de naciones”.
El Papa escribió esta tercera encíclica, a la que le colocó como enunciado una frase de San Francisco de Asís, como un argumento “para quienes quieren construir un mundo más justo y fraterno en sus relaciones cotidianas, en la vida social, en la política y en las instituciones”.
Francisco dijo que la pandemia irrumpió mientras redactaba el escrito, y esa circunstancia sirvió para demostrar que nadie está a salvo si está solo. Considera que llegó el momento de “ser como una única humanidad en la que somos todos hermanos”.
El extenso documento refiere en su capítulo 7 que la guerra que alude “no es un fantasma del pasado, es una amenaza constante y representa la negación de todos los derechos, un fracaso de la política y de la humanidad, una claudicación vergonzosa y una derrota frente a las fuerzas del mal”.
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“Se están creando nuevamente las condiciones para la proliferación de guerras. Si se quiere un verdadero desarrollo humano integral para todos, se debe continuar incansablemente con la tarea de evitar la guerra entre las naciones y los pueblos”, argumenta Francisco.
El prelado recuerda que “el catecismo de la Iglesia Católica habla de la posibilidad de una legítima defensa mediante la fuerza militar, que supone demostrar que se den algunas condiciones rigurosas de legitimidad moral”. Sin embargo dice que “fácilmente se cae en una interpretación demasiado amplia de este posible derecho”.
El Papa dice que “ya no podemos pensar en la guerra como solución, debido a que los riesgos probablemente siempre serán superiores a la hipotética utilidad que se le atribuya”.