Las expulsiones masivas y sumarias de ciudadanos haitianos que pretendían emigrar a Estados Unidos, desnudaron un drama humano que desde hace más de una década recorre en silencio a países de la región y atraviesan el Tapón del Darién.
Las imágenes captadas debajo de un puente de Texas le dieron la vuelta al mundo. La policía montada que azotaba con las riendas de sus caballos a los migrantes ilegales fue criticada hasta por el propio presidente Joe Biden.
Sin embargo, el fenómeno no es de data reciente. Desde 2010 estalló en la empobrecida isla un volcán de miseria que estimula la estampida de los haitianos. Al flujo de estos isleños estimado en 1.500.000 de personas, sólo lo supera la diáspora venezolana tasada por organismos internacionales en seis millones.
Dos devastadores sismos, diversos ciclones, la inestabilidad política y económica, la violencia e incluso el reciente asesinato del presidente Jovenel Moïse forman parte del cóctel que incita la huida de los haitianos.
Frente a las dificultades para llegar a Estados Unidos miles de migrantes en los últimos años habían optado por escapar a otras naciones. Chile, Brasil, Ecuador, Colombia y Panamá son los destinos considerados como países de tránsito por haitianos, cubanos y venezolanos.
La mayoría trabajaba en esas naciones hasta que la pandemia de COVID-19 sofocó las economías y decidieron marcharse. De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) el éxodo invisible ahora se hace evidente en terreno inhóspito como la selvática frontera entre Colombia y Panamá.
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Miles de migrantes intentan cruzar por el Tapón del Darién, situado al sur del istmo de Panamá. La zona es considerada como uno de los lugares más difíciles de transitar del continente.
Para los expertos se trata de una de las regiones más intransitables y peligrosas de América Latina. En la travesía arriesgan sus vidas a cambio de llegar a Estados Unidos.
Según Migración Colombia el flujo de haitianos este año ha crecido. Las autoridades panameñas han contabilizado unos 46.000 migrantes que cruzaron por esa tupida selva. Junto a ellos los acompañan migrantes cubanos y venezolanos. “Este año, aún en época lluviosa continúa el incremento de los flujos”, puntualizó Santiago Paz, miembro de la OIM.
Hasta hace algunos años sólo los suicidas se hubiesen atrevido a aventurarse por el Tapón del Darién. Esta selva fangosa e impenetrable fue por mucho tiempo un reducto de narcotraficantes. Ahora los migrantes le disputan ese escabroso territorio.
La travesía implica sortear 575 mil hectáreas de obstáculos. Algunos prefieren morir en el intento que vivir en la hambruna.