Hace décadas, Irlanda no era el país moderno y progresista de hoy. Las ideas conservadoras estaban a flor de piel, por lo que se habilitaron orfanatos para recibir a los hijos de madres solteras.
Hace unos años, motivada por los rumores de una fosa común en la localidad de Tuam, la historiadora Catherine Corless investigó lo que había ocurrido en aquellos lugares. Su trabajo hizo que en 2015 se creara una comisión investigadora, la cual finalmente presentó sus conclusiones.
Por miedo al qué dirán y por las ideas conservadoras que venían de las poderosas iglesias católicas del país, entre 56,000 madres solteras y sus cerca de 57,000 hijos pasaron por estas instituciones públicas, administradas por las parroquias locales, entre 1920 y 1998.
En ese periodo murieron más de 9,000 niños, cuyos fallecimientos no fueron reportados para evitar suspicacias, mientras que muchos más fueron víctimas de adopciones clandestinas. Por todo esto, el primer ministro irlandés, Micheál Martin, pidió perdón a todas las familias.
En más de 3.000 páginas, la crueldad y abandono a los que fueron sometidos miles de mujeres repudiadas por una sociedad asfixiada por la moral católica imperante durante décadas, bebés entregados arbitrariamente a otras familias y muertes ocultadas al registro público.
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Corless descubrió en veinte criptas improvisadas, un elevado número de huesos con un desarrollo de entre nueve meses y tres años. Corless calculó que, entre 1925 y 1961 (cuando se cerró el lugar, conocido entre los parroquianos como The Home, la casa), habían fallecido 796 bebés, sin llevar un control de su inhumación. «Pensé al principio que las autoridades se tomarían en serio el asunto, hasta que me di cuenta de que estaba totalmente sola y nadie iba a ayudarme», contó en su momento la historiadora al diario The Irish Times.
La jueza Yvonne Murphy se puso al frente de la comisión investigadora en 2015, y lo primero que hizo fue visitar la fosa común de Tuam. El resultado es el retrato de una sociedad que estigmatizó a las madres solteras y a los niños nacidos fuera del matrimonio.
El informe de la comisión, que durante cinco años ha ido ofreciendo a la opinión pública irlandesa avances preliminares, ha resultado demoledor.
Las condiciones físicas en las que vivían madres e hijos eran «espantosas», señaló el informe, pero apenas se relatan casos de violencia sexual o de abusos físicos. Solo un constante abuso emocional y hasta la explotación laboral de los residentes de esos hogares.
El Gobierno irlandés se ha comprometido a dar ayuda financiera y compensaciones económicas a todos los grupos específicos que el informe reconoce, así como a dar apoyo legal a futuras excavaciones, exhumaciones e identificación de los restos de las fosas comunes que se localicen.