El vocalista de la banda salvadoreña de metal Apes of God fue asesinado a tiros en el escenario cuando el grupo ofrecía un concierto este fin de semana en el barrio La Cruz del municipio de Armenia (este de El Salvador), informó Fiscalía General de la República.
El cantante César Canales, de 27 años, fue atacado en mitad de la actuación. Un hombre disparó con un arma de fuego al músico que cayó fulminado. La Cruz Roja informó de que el artista tenía un disparo en la cabeza y que había fallecido en el acto, por lo que los esfuerzos por reanimarle fueron inútiles.
Apes of God era uno de los siete grupos invitados al evento Green Metal Concert, organizado por el colectivo salvadoreño Armenia en Pie.
Al día siguiente del suceso la policía detuvo a Wilber Isidro Orellana Martínez, de 36 años, bajo cargos de homicidio grave como presunto autor del asesinato de Canales. Las primeras pesquisas indican que el agresor discutió con su víctima momentos antes del concierto.
Tras el suceso, la banda fundada en 2015 por Rodrigo Salguero (guitarra) y César Canales, y que formaba parte de la vanguardia del death metal latino, anunció su disolución definitiva, en un duro comunicado en el que pide que se haga justicia, y donde asegura que ya no quiere pertenecer a una “escena como ésta”.
La organización del evento “Armenia en Pie” también lamentó el asesinato de cantante de metal cuando su objetivo es, precisamente, “trabajar por una sociedad libre de violencia”.
La ONG calificó este suceso como “fruto de la intolerancia” y espera que las autoridades tomen las medidas correctivas y condenen pérdidas como las del vocalista de Apes of God.
El Salvador es considerado uno de los países más violentos del mundo por las tasas de entre 103 y 50,3 homicidios por cada 100.000 habitantes registrados entre 2015 y 2018. La mayoría de estos crímenes son atribuidos a las pandillas Mara Salvatrucha (MS13), las facciones Revolucionarios y Sureños del Barrio 18 y otras minoritarias.
Un estudio presentado por la Embajada de Estados Unidos en El Salvador en marzo de 2017 señala que el 62,4 % de los jóvenes que se ha unido a las pandillas o “maras” en este país lo hicieron por “ocio” o “amistad”.
Estas estructuras criminales, un fenómeno considerado como herencia de la guerra civil (1980-1992) y que se fortaleció con la deportación de pandilleros de Estados Unidos, han resistido a los planes de seguridad implementados en las últimas cuatro administraciones.