Casi todas las personas recuerdan su primer beso. Inocente y tierno para algunos, para otros es un recuerdo diferente pero que siempre se queda. Hay dos días en el año que celebran el acto de besar, el 13 de abril se celebra el Día Internacional del Beso y el 6 de julio el Día Internacional del Beso Robado. Estas celebraciones aun no son tan populares como el Día de San Valentín, pero son igual de llamativas.
Los besos no solo son demostraciones de amor o cariño, también son beneficios para la salud:
- Reducen la presión arterial
- Disminuyen el colesterol en sangre
- Queman calorías
- Alivian el estrés
- Combaten el dolor
- Disparan las endorfinas en nuestro organismo
- Alivian los dolores de cabeza o calambres menstruales
- Ayudan a la salud bucal
- Sirve de barómetro para la compatibilidad sexual
«El sexo, con lo maravilloso que es, puede ser superficial», aseguró Andréa Demirjian, autora del libro Besos: Todo lo que usted siempre quiso saber acerca de uno de los placeres más dulces de la vida. «Besar es íntimo: Te encuentras justo allí en el espacio de tu alma. Llega al centro de tu corazón y tu espíritu porque es una forma preciosa de expresar y recibir amor y afecto. Un beso al día realmente puede mantener alejado al médico».
El beso robado más famosos de la historia
El beso robado más famoso de la historia es el representado en la famosa fotografía de Alfred Eisenstaedt. En la gráfica aparece un marinero norteamericano besando a una enfermera, en el Time Square, el 14 de agosto de 1945. Justo la fecha en que se declaró la victoria de Estados Unidos sobre Japón durante la Segunda Guerra Mundial.
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Alfred Eisenstaedt se convirtió en ciudadano estadounidense en 1942 y tres años después captó la foto que ha quedado para la posteridad como una imagen icónica de la historia. La instantánea tenía por título «V-J Day in Times Square» y fue, como no podía ser menos, una de las portadas más famosas de la revista Life en toda su historia.
«En Times Square durante el día de la Victoria, vi a un marinero a lo largo de la calle que agarraba a todas y cada de las chicas que se ponían a su alcance. Tanto si pudieran ser su abuela, fueran altas, delgadas o viejas, no hacía distinción. fui corriendo atrás mirando por encima del hombro con mi Leica pero ninguna de las tomas que hacía me agradaba. De repente, como un destello, vi algo que se me grabó. Me di la vuelta y capturé el momento justo en que el marinero besó a una enfermera. Si ella hubiera llevado un vestido oscuro jamás me habría dado cuenta. Nunca habría disparado la toma, o si el marinero hubiera llevado uniforme blanco, lo mismo. Realicé cuatro tomas. Fue en apenas unos segundos», contó el fotógrafo.