Cambiar a un colegio nuevo siempre será una experiencia que va ayudar a los niños en su proceso de maduración. Sin embargo, la adaptación a una escuela diferente puede ser la primera gran dificultad con la que se encuentre el niño en la vida, pues para él significa un gran acontecimiento que puede marcar su vida de forma positiva o negativa.
Los padres deben entonces aprovechar esa experiencia para que también cuente como una de sus primeras oportunidades para crecer, vencerse y superarse, refieren los especialistas en el portal conmishijos.com.
Independientemente de la edad del niño, adaptarse a una escuela nueva le puede producir estrés o ansiedad, pero no todos los niños son iguales y algunos se encuentran más preparados que otros para ese cambio, aunque no hay duda de que en todos los casos se trata de un gran paso.
El cambio de colegio suele incidir sobre el rendimiento escolar del alumno. Por lo general si el cambio es por razones educacionales, como por ejemplo para buscar una mejor calidad educativa o un centro que se adecue más al estilo de aprendizaje del niño, el rendimiento suele mejorar.
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En caso contrario, los cambios que se hacen por razones no educacionales como por ejemplo un divorcio, imperativos laborales o mudanzas, pueden tener un impacto negativo en los logros académicos y de aprendizaje, en la conducta del alumno o en sus relaciones sociales, sobre todo si el niño presenta una actitud de rechazo al cambio o no está preparado para ello. Sin embargo, cuando ese cambio de escuela se prepara de forma adecuada y se eliminan los temores del alumno, puede vivirse como una experiencia enriquecedora refieren psicólogos y profesores de Educación Infantil.

Aunque a la hora de elegir o cambiar de colegio la decisión es responsabilidad de los padres, es recomendable contar con la opinión del niño a quien se le pueden explicar las razones y ventajas de la decisión de cambio. Es bueno informarle de todos los detalles que se conozcan de su nuevo colegio para que se vaya familiarizando con él. Aun así es normal que se pueda sentir mal, por eso no hay que ignorar sus temores, enfados o tristezas, porque lógicamente, el cambio le afecta.
Hay que conversar mucho con el alumno y darle la oportunidad de expresar sus opiniones, ilusiones y temores. Acompañarlo y alentarlo en todo momento y transmitirle tranquilidad. De esta forma una situación, algo difícil, puede llegar a convertirse en una experiencia constructiva.
No se puede pretender que todos los alumnos tengan notas altas, ni que se adapten con la misma facilidad al método de aprendizaje. Hay que conocer al alumno en profundidad y exigirle según sus posibilidades y recompensarlo de acuerdo con sus logros personales.
Premiar su buen desenvolvimiento escolar, su esfuerzo, sus avances cotidianos y la superación de las dificultades es una manera de fomentar las conductas deseables y de ayudarle a confiar en sus capacidades, a sentirse seguro de sí mismo y a gusto con el entorno, lo cual redundará en un buen rendimiento escolar.