Pasó de Doble-A a las Grandes Ligas sin pisar Triple-A, tiene menos de tres meses en las mayores y los Bravos de Atlanta ya han visto de él lo suficiente.
Al rookie Michael Harris II, de 21 años, tampoco le gusta perder el tiempo y ahora es un novato millonario. El jardinero central firmó hace unos días un contrato de ocho años por 72 millones de dólares con el equipo de Georgia.
El prospecto Harris debutó en la Gran Carpa el pasado 28 de mayo porque la novena de Atlanta no le dio más tiempo para desarrollarse en ligas menores. La alta gerencia consideró que ya era hora de que su mejor prospecto los ayude a revalidar el título de la Serie Mundial. Desde entonces no para de batear y correr.
Por algo sería que cuatro semanas después lo nombraron el Novato del Mes de la Liga Nacional. En la actualidad es uno de los grandes favoritos para ganar el premio de Novato del Año en la Nacional.
Hasta la pasada semana bateaba para un average de .287, con 12 jonrones y 39 carreras impulsadas, además de una producción de 13 bases robadas y 46 carreras anotadas en apenas 71 encuentros.
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La joya de los Bravos suscribió un compromiso a largo plazo que se extiende hasta el 2030. Los expertos consideran que si los cálculos son correctos y mantiene su progresión en poco tiempo será un jugador mal pagado porque valdrá oro. Por lo pronto, se trata de un dinero que le cambiará la vida al chico que nació y creció en el condado de DeKalb, situado a menos de una hora de Truist Park, donde juegan los Bravos.
En principio el joven jardinero firmó con los Bravos por un bono de 548.000 dólares, donde renunciaba a su compromiso de jugar béisbol universitario en Texas Tech University, así como al deseo de convertirse en veterinario.
La veterinaria por un bate
Aunque nunca tuvo una mascota, Harris siempre ha amado a los animales y pensaba graduarse en la Escuela de Medicina Veterinaria de Tech. Pero los Bravos se fijaron en él cuando incendiaba las ligas menores.
“Entraba a las casas de muchas personas y tenían perros, otras mascotas y simplemente interactuaba bien con ellos. Siento que de ahí vino ese amor porque nunca tuve una mascota propia”, dijo Harris II a The Atlanta Journal Constitution.
Ahora corre detrás de una pelota como un galgo en los jardines del Truist Park. En pocas semanas el novato Harris ha demostrado ser un jardinero de gran calibre y tener un guante de Dios.
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Él recuerda que cuando daba sus primeros pasos en el campus universitario dispuesto a convertirse en un médico veterinario, comenzó a dar sus primeros estacazos con el equipo de béisbol universitario. De inmediato llegaron los ojeadores de Bravos, lo firmaron y lo sacaron de la escuela.
Por ahora el bateador zurdo lo está haciendo todo por los Bravos. Es el jugador más rápido del equipo. Mientras patrulla el jardín central aún sueña con poseer un terreno con espacio para tener caballos y perros. Ya tendrá dinero suficiente para cumplir con su fantasía de niño.