El debate Pence-Harris los candidatos a Vicepresidente de los Estados Unidos tuvo acento en la gestión de la pandemia. Más allá de las acusaciones de negligencia o las alabazas por la acción gubernamental la foto describía todo.
Mike Pence, vicepresidente en funciones y Kamala Harris, la demócrata junta de Joe Biden debatieron encerrados por barreras de plexiglás. Además ambos mostraron su certificado de haber dado negativo a la COVID-19. Como detalle adicional estuvo que el público debió usar máscaras faciales bajo pena de expulsión de la sala si alguno se atrevía a retirársela.
La foto es muy distinta al debate de ocho días atrás entre Donald Trump y Joe Biden. El momento fue además singular porque días después el Presidente de los EEUU diera positivo para la COVID-19. Todas las circunstancias y la escenografía fueron usadas por Kamala Harris para desacreditar la gestión de la crisis del coronavirus en manos de la administración de Donald Trump.
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El sonido de los datos fue suficiente para mostrar la inconsistencia de una postura negacionista que tiene como clímax el contagio del propio Jefe de Estado. Se retrató a una persona que tenía bajo la manga un tratamiento experimental secreto que ayudó a la exprocuradora a asegurar que “a Donald Trump no le importa la salud del pueblo”.
El debate Pence-Harris y la pandemia
El republicano Mike Pence defendió firmemente el manejo de la administración Trump de la pandemia de COVID-19. Lo hizo con cifras que indican que la COVID-19 ha matado a más de 210.000 estadounidenses. Kamala Harris calificó la gestión de la crisis sanitaria como “el mayor fracaso de cualquier administración presidencial”. El debate Pence-Harris en términos de altura y elegancia fue más lustroso que el de sus jefes, pero fue dominado por el coronavirus.
Con el virus instalado en la Casa Blanca y generando casos positivos prácticamente a diario, Pence reconoció que “nuestra nación ha pasado por un momento muy difícil este año”.
“Quiero que el pueblo americano sepa, desde el primer día, que el Presidente Trump ha puesto la salud de América en primer lugar.” Prometió millones de dosis de un tratamiento aún por anunciar antes de fin de año.
Harris se quejó de que Trump minimizaba constantemente la amenaza de la pandemia. Enfatizó en que no se vacunaría si el presidente republicano la respaldaba sin el visto bueno de los profesionales médicos.
“Francamente esta administración ha perdido su derecho a la reelección basado en esto”, acusó.
Misceláneos del intercambio
Durante el debate Pence-Harris hubo acalorados intercambios. Tocaron temas sobre el medio ambiente, el Tribunal Supremo y el racismo. En general el debate fue mucho más respetuoso que el de Trump y Biden. Pence interrumpió a veces, pero nada como lo que Trump había hecho.
En la reunión en horario de máxima audiencia en Salt Lake City se elevaron dos candidatos con aspiraciones presidenciales propias. Algunos analistas aseguran que es una situación que puede surgir en cualquiera de los escenarios. Las cuestiones de salud se ciernen sobre el presidente Donald Trump, de 74 años, que se está recuperando del coronavirus. A su vez Joe Biden, de 77 años, sería el presidente más antiguo de la historia de Estados Unidos.
Los republicanos muestran la carrera como una elección entre candidatos que luchan por mover el país en direcciones muy diferentes. Biden y Harris, dicen, seguirían una agenda de extrema izquierda que bordea el socialismo.
Por su lado los demócratas dicen que la administración de Trump avivará las divisiones raciales y de otro tipo. Aseguran que Trump seguirá torpedeando el cuidado de la salud de las personas que no son ricas.
Una mujer que hizo historia
Antes de que Harris dijera una palabra, hizo historia. Ella se convirtió en la primera mujer negra que se subió al escenario de un debate vicepresidencial. La noche le brindó una excelente oportunidad para dar energía a los posibles votantes que sólo han mostrado un modesto entusiasmo por Biden, un político de toda la vida con un historial mixto en materia de raza y justicia penal, en particular en sus primeros años en el Senado.
Harris, de 55 años de edad, es hija de padre jamaicano y madre india. También es una ex fiscal cuyo puntilloso cuestionamiento de los nombramientos de Trump y de los nominados al tribunal contribuyó a convertirla en una estrella demócrata.
Pence es un ex gobernador de Indiana de 61 años y ex presentador de radio. Un cristiano evangélico conocido por su encanto del medio oeste y su lealtad inquebrantable a Trump. Y aunque es el mayor defensor público de Trump, el vicepresidente no comparte el tono descarado ni el estilo indisciplinado del presidente.
El asunto del racismo
Cuando el debate Pence-Harris se centró en la raza entró en terreno difícil. El actual Vicepresidente se opuso a la existencia de racismo sistémico en los departamentos de policía.
Harris condenó los asesinatos de Breonna Taylor en Kentucky y George Floyd en Minnesota. Habló de las protestas contra la injusticia racial en la policía que Trump ha presentado como “disturbios”. Él llama a la ley y el orden.
“Nunca vamos a condonar la violencia, pero siempre debemos luchar por los valores que nos son queridos”, dijo Harris. “Soy una ex fiscal de carrera. Sé de lo que estoy hablando. Los policías malos son malos para los buenos”.
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Pence dijo que su corazón se rompe por la familia de Taylor, pero confía en el sistema de justicia de los Estados Unidos. Llamó “notable” que Harris, como ex fiscal general y fiscal, cuestionara la decisión del gran jurado en el caso de no acusar a un oficial de matarla.
Pence rechazó la idea de que los agentes de la ley tienen un prejuicio contra las minorías.
“Quiero que todos sepan que quien se pone el uniforme de la policía todos los días, el presidente Trump y yo estamos a su lado”, dijo Pence. “No tenemos que elegir entre apoyar a las fuerzas del orden, probar la seguridad pública y apoyar a nuestros vecinos afroamericanos”.