Pérdidas en los mercados bursátiles de todo el mundo y el inicio de una deformación de mapa comercial mundial, son las consecuencias de la decisión de Donald Trump de subir los aranceles a importaciones chinas valoradas en 200 mil millones de dólares.
La desconfianza se ha desatado como una metralla en lo que parece son los primeros rugidos de un choque cuerpo a cuerpo dentro de una guerra comercial que ha iniciado la Casa Blanca y que de acuerdo al Estado chino recibirá las “las contramedidas necesarias”.
Para los analistas económicos Washington ha desconcertado a sus socios de la Unión Europea y al resto de los mercados que esperaban frutos de los largos meses de negociación que entre el equipo estadounidense de comercio y sus pares del Gigante Asiático.
Aunque siempre fueron muy herméticas las reuniones, las declaraciones ofrecían de parte y parte un atisbo de esperanza, con frases pre elaboradas que apuntaban a que estaban en rumbo a un acuerdo que beneficiara a ambas partes.
No obstante de manera sorpresiva, y sin esperar el fin de las conversaciones, el Jefe de la Casa Blanca ordenó el incremento de los aranceles a más de 5.000 productos chinos y amenazó con extenderlos al resto de los productos que Estados Unidos compra al gigante asiático.
China no logró impedir durante una negociación a contrarreloj el jueves en Washington que la medida de incremento de aranceles se ejecutara y esta entró en vigor a las 00:01 del viernes en la costa este de EE.UU.
Existen en la región mercados emergentes que pueden suplir las mercancías que podrían dejar de llegar a los Estados Unidos procedentes de China, pero el abordaje del mercado creará distorsiones que traerán consecuencias negativas para las economías de la zona.
Hasta ayer los productos chinos que están bajo ataque, estaban sometidos a un gravamen menor, del 10%, y el cambio implica que ahora casi la mitad de las importaciones chinas están sujetas a los aranceles del 25%, que ya afectaban desde el año pasado a otros 50.000 millones de dólares en bienes del gigante asiático.
La respuesta china ha sido pragmática y en un comunicado del Ministerio de Comercio dijo que sigue en disposición a seguir negociando con Washington. Sin embargo en la retórica “movió una de sus torres” para advertir a los funcionarios estadounidenses que lamenta profundamente la decisión y que están obligados a adoptar “las contramedidas necesarias”.
El encargado de comercio exterior de EE.UU., Robert Lighthizer, tiene previsto reunirse hoy de nuevo con el jefe negociador de China, el viceprimer ministro Liu He, que este jueves no consiguió cambiar los planes estadounidenses durante una cena de trabajo.
La abrupta decisión de Trump de aumentar los gravámenes a China -un plan que tenía sobre la mesa desde el año pasado pero que decidió congelar en diciembre para iniciar una negociación con Pekín- provocó esta semana pérdidas en los mercados bursátiles de todo el mundo.
A finales de abril, muchos observadores pronosticaban una pronta reunión entre Trump y el presidente chino, Xi Jinping, para cerrar un acuerdo comercial después de cinco meses de negociaciones.
Pero esas conversaciones se complicaron el pasado fin de semana, cuando Pekín dijo que no tenía intención de detallar las leyes que planeaba cambiar para implementar el acuerdo comercial, algo que la Casa Blanca consideró inaceptable, según fuentes estadounidenses citadas por el diario The Wall Street Journal.
Ese bache motivó los tuits de Trump el domingo, en los que anunció que la carga arancelaria aumentaría hoy.
“Estábamos llegando muy cerca de un acuerdo y entonces empezaron a renegociar el acuerdo. No vamos a aceptar eso”, aseguró Trump en declaraciones a los periodistas este jueves en la Casa Blanca.
El mandatario estadounidense matizó que aún veía “posible” alcanzar un acuerdo con China, y reveló que había recibido “una muy hermosa carta del presidente Xi en la que afirmaba: ‘Trabajemos juntos, hagamos algo'”.
Pero también amenazó con imponer aranceles del 25% a otros 325.000 millones de dólares en importaciones de China, lo que, sumado a los 250.000 millones afectados por los gravámenes actuales, cubriría el valor total de los bienes chinos importados anualmente por Estados Unidos.
“Tendremos 250.000 millones (de dólares) al 25%, y tendremos 325.000 millones de dólares al 25%. Y estamos empezando hoy los trámites para hacerlo”, afirmó Trump el jueves.
Hasta ahora, la Casa Blanca ha tratado de escudar de los aranceles a algunos de los productos manufacturados en China más cotizados por los consumidores estadounidenses, como los celulares iPhone o las zapatillas Nike, pero los posibles aranceles a bienes valorados en 325.000 millones sí afectarían a esas marcas.
Trump suele describir los aranceles como un beneficio para las “arcas estadounidenses”, a pesar de que esos sobrecostes no los pagan los exportadores chinos, sino que se trasladan al consumidor final en Estados Unidos, según los economistas.
Los gravámenes aumentados hoy afectan a productos como cereales, textiles o químicos, y no se aplicaron a aquellos bienes que ya estuvieran en tránsito antes de la medianoche en Washington, sino solo a aquellos que salieran de China a partir de entonces.