Un equipo multidisciplinario de más de 20 personas logró inmovilizar a una jirafa de más de 900 kilogramos de peso con dos patas fracturadas. El objetivo fue colocarle zapatos de goma hechos a medida y tomarle radiografías, “un reto extremo” según calificaron las autoridades del Zoológico de Miami.
Pongo un macho de 11 años, padecía una cojera desde hacía varias semanas. Los veterinarios decidieron realizar la intervención que resulta compleja, pues es muy difícil anestesiar a una jirafa según explicaron los especialistas.
Con una altura de 4,87 metros, Pongo había “restringido significativamente su movilidad debido a su la cojera que le dificultaba realizar sus actividades diarias“, informó el Zoológico de Miami en un comunicado.
La jirafa fue inmovilizada para someterla a una serie de procedimientos necesarios para mejorar su calidad de vida. Había experimentado un deterioro significativo en las últimas semanas por lo que estaba recibiendo medicamentos que le ayudaban a controlar su malestar, informó el parque zoológico.
Más de 20 personas procedentes de varias instituciones, incluidos veterinarios, cuidadores de zoológicos y herreros fueron necesarias para las labores de inmovilización del animal.
Una vez tumbada en el suelo y con su cabeza en alto descansando sobre un tablón, se realizaron simultáneamente varias tareas, entre ellas las radiografías, poda de los cascos, terapia con láser y la recolección de muestras de sangre y tejido. También le colocaron en sus patas traseras unos zapatos de goma.
Los Rayos X revelaron que Pongo tenía una fractura reciente en la pata trasera izquierda y una más antigua en la delantera derecha. Las botas que le pusieron fueron diseñadas para inmovilizar y soportar las patas fracturadas, mientras ayudan a equilibrar las patas opuestas.
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Debido a la anatomía y tamaño de una jirafa, el mayor desafío fue inmovilizar a Pongo de manera segura y mantener al animal bajo anestesia mientras se controlaban sus signos vitales.
Las jirafas adultas son una especie muy difícil de anestesiar. “La muerte como resultado de no poder recuperarse de la anestesia es un riesgo grave”, señaló el zoológico que reabrió al público hace una semana tras cerrar por la pandemia.
Pongo se encuentra disfrutando de la naturaleza junto a su manada. Le tomó casi 40 minutos ponerse de pie tras la intervención. La fractura tardará varias semanas en curarse.