Hace ya una década, el 11 de marzo de 2011 uno de los terremotos más intensos desde que existen registros, desató un demoledor tsunami en las costas del noreste de Japón que causó a su vez el accidente nuclear más grave del mundo desde la tragedia de Chernóbil en 1986.
Más de 18.000 personas murieron o desaparecieron, arrastradas por la monumental ola y decenas de miles de personas debieron huir de las regiones que se volvieron inhabitables a como consecuencia de las radiaciones.
Una de esas miles de víctimas fue encontrada e identificada en fecha reciente, justo unos días antes de cumplirse el décimo aniversario del devastador tsunami de Japón. El hallazgo de los restos de una mujer desaparecida en 2011 fue anunciado por la policía.
El 17 de febrero se encontraron restos de un esqueleto, entre ellos un cráneo en una playa del departamento de Miyagi, en el noreste del país, informó un portavoz de la policía local citado por la AFP.
Los análisis dentales y de ADN realizados por la policía científica determinaron que los restos corresponden a Natsuko Okuyama, una mujer de 61 años que desapareció en la tragedia del 11 de marzo de 2011, puntualizó la misma fuente.
De acuerdo con datos de la policía nipona, el conteo confirmado hasta diciembre de 2020 de la triple catástrofe de 2011 en Japón, donde se registraron en forma sucesiva un terremoto, un tsunami y el accidente nuclear en Fukushima, se elevaba a 15.899 muertos.
Más de 2.500 personas continúan desparecidas oficialmente 10 años después lo que ha impedido a muchas familias efectuar las honras fúnebres y duelo de sus familiares cuyos cuerpos no han sido localizados.
Diques, una herencia del tsunami
Una década después del destructivo maremoto derivado de uno de los más potentes terremotos de la historia, muchas ciudades costeras japonesas aprendieron: hay que construir diques más altos.
Esta estrategia ha dejado una herencia de cemento a lo largo de cientos de kilómetros en la costa nororiental de Japón, a excepción de algunas comunidades que se han negado a colocarle puertas al mar.
Antes de la catástrofe la ciudad de Taro lucía unos diques que en apariencia serían capaces soportar casi toda la fuerza que el mar pudiera llevar a la costa, pero el tsunami de 2011 los demolió por completo.
“Taro había construido una ciudad perfecta para prevenir desastres”, comenta la guía turística local Kumiko Motoda, en entrevista con la AFP.
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Esta urbe japonesa inició la construcción de diques en 1934 luego de ser arrasada por los maremotos de 1896 y 1933.
Los muros de 10 metros de altura y una longitud de 2,4 kilómetros, tenían 44 salidas de evacuación y estaban equipadas con paneles solares para mantener luces encendidas.
Las carreteras de evacuación estaban señalizadas y los residentes contarían con 10 minutos para ponerse a salvo, pero los 16 metros de la ola que llegó el 11 de marzo pasaron por encima de los diques y los destruyó al tiempo que arrastraba con la ciudad.
Tras la catástrofe, el Gobierno japonés pidió a las regiones costeras la reconstrucción de los muros y destinó un monto de 12.000 millones de dólares. En la actualidad existen 430 kilómetros de diques.