La daga demócrata punzó el ánima política de Joe Biden, quien en la segunda ronda del debate por la opción presidencial de 2020, fue sacrificado por sus correligionarios, quienes lo responsabilizan de desaciertos del pasado y le endosan su autoría.
Julián Castro, Bill de Blasio, Cory Booker fueron los encargados de hacer ver “que el rey está desnudo”, una maniobra que cargada de datos se abalanzó contra el candidato progresista que mejor puntúa en las encuestas.
Los temas tratados estuvieron enmarcados en los asuntos que interesan en grado sumo al electorado y la tarima del Teatro Fox de Detroit, Michigan, fue el escenario en el que un grupo de progresistas personificó al icónico Marco Junio Bruto Cepión, aquel que una vez en Roma se encargó de ejecutar “políticamente” a Julio César, personaje que fue encarnado por Joe Biden en un trágico debate del que salió herido de muerte.
El pasado político de Biden
En la celada de Michigan todos fueron contra el pasado político de Biden. En la mortaja colocaron sus silencios, omisiones, culpas y leyes, fantasmas de los que no pudo escapar y que lo hicieron ante los medios transformarse en el gran perdedor de la noche.
Puedes leer: Exilio venezolano está decepcionado y presionará a McConnell para un TPS
Biden estuvo bajo los reflectores en la segunda noche del segundo debate demócrata con los senadores Kamala Harris y Cory Booker, el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, y el exsecretario de Vivienda Julián Castro, además de otros cinco aspirantes.
De poco o nada le valió a Biden tener entre sus credenciales haber sido el principal alfil del reputado Barack Obama. Básicamente navegó en las aguas del consenso mientras todos remaban sobre el cauce del “sistema sanitario”.
Fue sobre las gradas del tema migratorio donde los correligionarios se miraron como rivales y blandieron sus túnicas para volverse facción y dejar al mejor ponderado de los progresistas al descubierto frente a las cámaras con las que se invade a la nación.
Julian Castro, quien fue parte del gabinete de Obama y compartió mesa con Biden, encontró en el debate el momento perfecto para encarar de abogado a abogado un pleito en torno a la “discriminalización del ingreso de inmigrantes indocumentados”.
Castro, conocedor de la postura de Biden, abrió las puertas a una ofensiva de la que el exvicepresidente no salió bien librado.
El candidato oriundo de Pensilvania no está de acuerdo con eliminar como delito el acceder a la nación sin documentación. “Me parece que al secretario Julián Castro, nos sentamos juntos en muchas reuniones, nunca le escuché hablar de nada de eso”, dijo Biden a la ofensiva.
Justo allí comenzó el rifirrafe que ahogó a Biden y en el que participaron todos los de la tarima. “Parece que uno de los dos ha aprendido de las lecciones del pasado y otro no”, respondió Castro, el único latino entre los aspirantes, quien dijo que se necesitan “agallas” con la inmigración.
“Tengo las agallas suficientes para decir que su plan no tiene ningún sentido”, replicó el exvicepresidente.
¿Y sobre las deportaciones qué?
Al convite contra Biden se unió Bill de Blasio, quien aprovechó el momento para reprochar al “vicepresidente” el número de deportaciones de inmigrantes sin papeles durante el Gobierno de Obama, cifra que aseguró fue superior a las del actual presidente, Donald Trump, durante los dos primeros años de mandato.
Bill de Blasio supo que había metido en una vorágine al aspirante y al verlo aturdido lo interrogó en relación a qué hizo entonces para frenar las deportaciones que en la actualidad tanto critica.
Puedes leer: ACLU pedirá a la Corte detener “definitivamente” la separación de niños migrantes
“Yo era vicepresidente. No presidente. Mantengo mis consejos en privado. A diferencia de usted, que me imagino que saldría y diría cualquier cosa dicha en privado. Eso yo no lo hago”, afirmó Biden, quien defendió políticas migratorias de Obama como regularizar de forma temporal a los jóvenes inmigrantes conocidos como “dreamers”.
Los encarcelamientos masivos
Cory Booker aprovechó la estocada del Alcalde de Nueva York para arrinconar al de Scranton: “Usted invoca al presidente Obama más que nadie en esta campaña. No puede hacerlo cuando es conveniente y esquivarlo cuando no lo es”.
La migración dejó entonces paso al sistema de justicia criminal, uno de los puntos fuertes de la campaña de Booker, que combate el encarcelamiento masivo en el país.
Booker recordó a Joe Biden su papel como senador en la promulgación de una ley sobre justicia criminal de 1990, considerada ahora como el origen del encarcelamiento masivo, en particular de las minorías raciales.
“Todos los problemas de los que está hablando son problemas que él creó”, dijo Booker.
Hecho papelillos
El aspirante Joe Biden también recibió ataques por sus posiciones presentes y pasadas sobre la crisis climática, acuerdos comerciales, discriminación racial y el aborto.
Además de Biden, Harris, Booker, Gabbard, De Blasio y Castro, del debate de ayer participaron los senadores Michael Bennet y Kirsten Gillibrand, el gobernador del estado de Washington, Jay Inslee, y el empresario Andrew Yang.
Después de dos debates con 20 aspirantes en cada uno, el Partido Demócrata ha endurecido los requisitos para participar en el tercero, que tendrá lugar los días 12 y 13 de septiembre en Houston (Texas).
Hasta la fecha, tan solo tienen asegurado su puesto en el debate de Houston siete candidatos -Biden, Sanders, Warren, Booker, Harris, el alcalde de South Bend (Indiana), Pete Buttigieg, y el excongresista texano Beto O’Rourke.