Aunque manejes la más ingente cantidad de datos, la existencia de un margen de error no desaparece. De acuerdo a un análisis cruzado de la epidemia del coronavirus Covid-19 en los Estados Unidos y los deseos del presidente Donald Trump de relajar las restricciones sanitarias, pareciera que se estuvieran por tomar decisiones con un lanzamiento de dados.
Así es como lo ve el Consejo Editorial de The Hill, quien encargó hoy al periodista Niall Stanage escribir el “memorándum”, un texto que examinó la reapertura de la economía que tiene mortificado a Trump y que fue considerada como “la mayor apuesta de su presidencia”.
Hace menos de 24 horas la Organización Mundial para la Salud pronosticó como un escenario para los Estados Unidos que la nación se transformará en breve en foco central de la pandemia por coronavirus.
Una portavoz de la OMS dijo que aunque a la fecha “el mayor impulsor del brote sigue siendo Europa, Estados Unidos también está en el eje, que en conjunto cuentan con el 85 % de casos a nivel mundial en las últimas 24 horas y de este 85 %, el 40 % ocurrió en EEUU”.
Lea las contraindicaciones
De acuerdo al memorándum el último llamado del presidente Trump para reabrir la economía de los Estados Unidos en pocas semanas lo ha puesto en curso de colisión con los funcionarios de salud pública.
Según el cuerpo corporativo editorial de The Hill si el presidente sigue adelante con la idea de instar a los estadounidenses a que vuelvan al trabajo en menos de un mes, estaría tirando los dados de manera extraordinaria en medio de la peor crisis de salud pública en un siglo.
De acuerdo a la visión editorial, decantada por la sabiduría de asesores políticos consultados, el asunto de echar un volado con el coronavirus de por medio tiene una desventaja potencial enorme.
“Si Trump hace el movimiento y el coronavirus surge de nuevo, los sistemas de salud de los EE.UU. podrían verse abrumados y un gran número de personas podrían morir. El presidente probablemente sería considerado culpable en la mente de muchos por tal catástrofe. Pero Trump podría decidir arriesgarse”.
El juego del huracán
Desde una perspectiva histórica y con el conocimiento de un magnate acostumbrado a poner en riesgo capitales, se podría esperar que haga la jugada.
Tenemos como una referencia cercana cómo Donald Trump manejó los datos meteorológicos del Centro Nacional de Huracanes con el evento de “Dorian” en 2019, situación en la que se aventuró a predecir en tenor de clarividente que la fuerza ciclónica no impactaría a Florida.
El año pasado su pronóstico fue acertado y sus buenos deseos renovó de vida a la nación. Sin embargo el coronavirus Covid-19 es silencioso, deja un rastro pero solo cuando impacta en la vida humana. Es diferente a ver moverse una fuerza natural desde un satélite y tener preparadas alarmas nacionales y refugios. Los virus matan callados.
¿Y si es todo lo contrario?
También existe un escenario ideal, en el que las peores proyecciones para el virus resultan exageradas y Trump es elogiado por los votantes por salvar sus medios de vida en desafío a los consejos más cautelosos de los expertos.
Trump está cada vez más inquieto con las restricciones que se han erigido para tratar de frenar la propagación del coronavirus. Alrededor de 100 millones de estadounidenses ya están bajo órdenes de permanecer en casa o a punto de ser sometidos a tales instrucciones.
Trump dijo durante un evento en el ayuntamiento virtual de Fox News el martes que “le encantaría que el país se abriera y que se fuera por Pascua”.
El domingo de Pascua cae el 12 de abril.
La semana pasada, Trump dijo que la crisis del coronavirus podría durar hasta julio o agosto.
Momentos de desesperación
También el martes, Trump twiteó que “nuestra gente quiere volver al trabajo” y sugirió, como lo ha hecho en otras ocasiones, que es posible tanto combatir el virus como reanudar algún nivel de actividad económica.
“Podemos hacer dos cosas juntos. LA CURA NO PUEDE SER PEOR (ni mucho menos) QUE EL PROBLEMA!”, tuiteó.
Los liberales han reaccionado con furia ante el enfoque de Trump, sugiriendo que está arriesgando innecesariamente innumerables muertes americanas.
Una respuesta ampliamente representativa vino de Sherrilyn Ifill de la NAACP, quien en un tweet acusó a Trump de tratar de “llevar a este país a un sufrimiento humano catastrófico por el bien del mercado de valores”.
Los peligros para la vida humana de aliviar las restricciones demasiado pronto son muy claros. Sin embargo, sugerir que las ramificaciones económicas de la crisis se limitan al mercado de valores es en sí mismo una simplificación excesiva.
Un oscuro panorama
Las demandas de desempleo están aumentando en espiral a un ritmo nunca antes visto. Las proyecciones económicas para el futuro inmediato son nefastas. Es probable que los estadounidenses pobres, de clase trabajadora y de clase media sufran una angustia mucho más aguda que los ricos como resultado de ello.
El Instituto de Política Económica de tendencia izquierdista predijo el martes que los nuevos reclamos de desempleo sólo para la tercera semana de marzo podrían alcanzar los 3,4 millones, una cifra que, según los autores, “empequeñecería cada dos semanas en la historia”.
El lunes, los investigadores de Morgan Stanley sugirieron que la nación podría ver que el producto interno bruto se contrae en un 30 por ciento, en una base anualizada, para el segundo trimestre.
James Bullard, el presidente del Banco de la Reserva Federal de San Luis, predijo el domingo que el desempleo podría llegar al 30 por ciento en el segundo trimestre. Si tiene razón, eso superaría el pico de desempleo durante la Gran Depresión, y sería tres veces más grave que la tasa más alta registrada durante las secuelas de la crisis financiera de 2008.
El corazón del problema es duro pero simple.
Con los estadounidenses encerrados en casa, la actividad económica, más allá de la compra de alimentos y medicamentos, se ha detenido casi por completo.
“Esto es mucho peor que la crisis financiera global porque es una evaporación de la demanda agregada”, dijo Anthony Scaramucci, ex director de comunicaciones de la Casa Blanca, a The Hill el lunes.