Migración, aborto y la eterna búsqueda del “sueño americano” fueron los ingredientes con los que el director mexicano Alonso Ruizpalacios preparó “La Cocina”, una cinta que retrata dos de los temas más divisivos de la sociedad estadounidense desde el microcosmos de un restaurante.
Protagonizada por Rooney Mara y el mexicano Raúl Briones, la película es un tenso drama, en parte claustrofóbico y a ratos esperanzador, que llega justo cuando los ánimos en el país están caldeados de cara a las presidenciales del 5 de noviembre, con la migración y el aborto en el centro del debate.
Ruizpalacios espera que su obra, que va a los cines estadounidenses tras su estreno este viernes en Los Ángeles, aporte a la discusión de temas tan polarizantes e intrínsecos al tejido social estadounidense.
“Es una película sobre contrastes, sobre el contraste entre entre el área de servicio y la parte delantera de la casa, entre gringos y mexicanos, entre las diferentes jerarquías dentro de la cocina”, dijo a AFP el cineasta en una entrevista vía telefónica.
“Las cocinas son una manera como más fácil de entender muchas de las dinámicas que vivimos en las calles”, agregó.
El director de 46 años cocinó a fuego lento durante dos décadas el proyecto que debutó en el Festival Internacional de Cine de Berlín en febrero.
Inspirado por su experiencia como mesero y lavaplatos en un restaurante de Londres durante sus años de estudiante, y tomando como punto de partida la obra homónima de 1957 de Arnold Wesker, Ruizpalacios confeccionó su trama mucho más enfocado en el asunto migratorio y en esa ilusión del progreso a través del trabajo duro.
“Las cocinas son realmente ese crisol de culturas, son lugares que naturalmente atraen a gente de todas las nacionalidades”, comentó.
“También son lugares donde la presión es muy, muy alta, y eso tiende a resaltar las fricciones entre culturas. Salen cosas a veces muy dolorosas, y también a veces ocasionalmente esperanzadoras”.
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“Contradicciones”
La historia transcurre en la cocina de un masivo restaurante en el agitado Times Square de Nueva York. Una verdadera torre de Babel en la que el lenguaje común son las órdenes y los sueños.
Allí, entre pechugas de pollo y langostas, el inmigrante indocumentado Pedro (Briones) calienta en baño María su amor por Julia (Mara), una mesera estadounidense que le corresponde parcialmente.
Pedro, quien dejó México en busca del sueño americano, anhela un futuro idílico junto a la embarazada mesera, en tanto que Julia, con los pies en la tierra, se debate entre abortar ese bebé que espera.
Todo esto bajo el ritmo frenético de la cocina en la que los incesantes pedidos no esperan por los problemas de nadie.
“Yo quería que se viera a las personas que hay detrás de las puertas cerradas de las cocinas”, comentó el director.
“Detrás de esas puertas hay personas que tienen familias, que tienen sueños y que trabajan muy duro y por muy poco dinero”.
Ruizpalacios agregó textura a su filme al mostrar también el lado oscuro de sus protagonistas.
“Muchas veces en estas películas, en aras de hacer al norteamericano que observe su propio racismo, sus prejuicios, etcétera, simplificamos al otro y lo convertimos en un santo y no me interesaba eso”, dijo.
“También es gente compleja, con contradicciones”.
Su elección de rodar en blanco y negro, señaló, fue para no amarrar la película a ninguna época.
“Hay algo de atemporal en esta historia”, apuntójo. “Wesker la escribió en 1957 y sigue siendo vigente 70 años después”.
Por: AFP