Una misiva de seis páginas en la que el Santo Padre Francisco analiza “la herida de credibilidad” que detenta la Iglesia católica en los Estados Unidos a consecuencia del sistemático solapamiento de los casos de abuso, fue recibida ayer por la Conferencia Episcopal de la nación.
La epístola tiene como misión encausar a los clérigos estadounidenses en una nueva mentalidad acorde con el ejercicio de poder necesario para afrontar las oscuras páginas que se han sacado a la luz y que señalan a parte de sus sacerdotes.
De acuerdo a informes provenientes de Ciudad del Vaticano, la correspondencia fue escrita por el Papa Francisco el pasado 1° de enero, pero no fue hasta ayer que llegó al seno de la alta jerarquía eclesiástica estadounidense que en estos momentos realiza Ejercicios Espirituales en la localidad de Mundelein, en la Arquidiócesis de Chicago.
El Papa Francisco recordó que estaba en su ánimo estar presente en los Estados Unidos para estas fechas acompañando a los obispos, sin embargo razones logísticas impidieron su presencia en Chicago.
Según datos aportados por L’obsservatore Romano, su Santidad envió a los Estados Unidos al predicador de la Casa Pontificia, el capuchino Raniero Cantalamessa, para que les “guíe con su sapiente experiencia” en sus meditaciones.
De acuerdo a los cronistas vaticanos, el papa con esta carta trata de “suplir de alguna manera el viaje fallido” y, por esa razón, se explaya en seis páginas en las que analiza “la herida de credibilidad” que ha provocado a la Iglesia los numerosos casos de abusos y su encubrimiento en todo el país.
Basta pensar por ejemplo en el informe de Pensilvania que documenta cientos de abusos durante décadas, o los cometidos por el exarzobispo de Washington Theodore McCarrick, expulsado por el papa del Colegio Cardenalicio en una decisión sin precedentes.
Con la dureza de un padre estricto y severo, Francisco reconoce en la esquela que “la credibilidad de la Iglesia se ha visto fuertemente cuestionada y debilitada por estos pecados y crímenes”, los abusos de poder, conciencia y sexuales, pero sobre todo por “la voluntad de querer disimularlos y esconderlos”.
“La actitud de encubrimiento, como sabemos, lejos de ayudar a resolver los conflictos, permitió que los mismos se perpetuasen e hirieran más profundamente el entramado de relaciones que hoy estamos llamados a curar y recomponer”, sostuvo.
El llamamiento del Papa está dirigido a aquellos clérigos que puedan entender que se requiere “una renovada y decidida actitud para resolver el conflicto”.
Francisco precisó que “la lucha contra la cultura del abuso, la herida en la credibilidad, el desconcierto, la confusión y el desprestigio en la misión” requieren de un manejo espiritual y no de “conductas administrativas”.
En un extracto del despacho, el Heredero de Pedro precisó la importancia de “la capacidad que poseamos como comunidad de construir vínculos y espacios sanos y maduros, que sepan respetar la integridad e intimidad de cada persona”.
Y asimismo requiere de “la capacidad de convocar para despertar y dar confianza en la construcción de un proyecto común, amplio, humilde, seguro, sobrio y transparente”.
Francisco ocupó unos párrafos del mensaje. Donde dejó caer lo que parece ser una crítica a inclinación por lo material. Señaló que el episcopado en los Estados Unidos “no solo requiere una nueva organización, sino la conversión de nuestra mente, de una metánoia, de nuestra manera de rezar, de gestionar el poder y el dinero, de vivir la autoridad así también de cómo nos relacionamos entre nosotros y con el mundo”, escribió.
A su parecer, el daño de credibilidad “no se resuelve por decretos voluntaristas o estableciendo simplemente nuevas comisiones o mejorando los organigramas de trabajo”, algo que ve más propio de “jefes de agencias de recursos humanos”.
Esa visión, aunque en algunos casos es necesaria, es “insuficiente” y advierte de que “termina reduciendo la misión del pastor y de la Iglesia a mera tarea administrativa/organizativa en la empresa de la evangelización”.