Las piscinas de los hoteles costeros en La Habana, Cuba, tienen una bandera roja, las habitaciones están casi llenas de visitantes acatando la cuarentena para recién llegados del extranjero, decretada contra el repunte del coronavirus.
Pero en la playa el clima es distinto. Los empleados aseguran que parece un cementerio.
Ante el incremento de casos de la COVID-19 en Cuba en el último mes, las autoridades establecieron que a partir del seis de febrero extranjeros y cubanos no residentes que llegan a la isla sean aislados de manera obligatoria en uno de los seis hoteles asignados en La Habana para este fin, pagando ellos mismos el costo del hospedaje.
Existen varios paquetes que se ofrecen en el aeropuerto o internet. Los visitantes pueden optar por hospedarse en hoteles de tres o cinco estrellas, con costos que oscilan entre 240 dólares y 500 dólares por cinco noches y seis días, el periodo que normalmente dura la cuarentena.
La mayoría de los visitantes son cubanos residentes en territorio estadounidense, pese a la reducción de vuelos provenientes de Estados Unidos, México y Panamá ordenada recientemente por las autoridades.
Al llegar al aeropuerto cada viajero es sometido a una prueba de PCR y trasladado a uno de estos hoteles, donde permanece aislado hasta el quinto día, cuando tiene que hacerse una segunda prueba. En caso de ser negativo pueden salir del aislamiento.
Dentro de los hoteles, no pueden cruzar entre cuartos, tienen que mantenerse aislados y se les está monitoreando con personal de salud. La ocupación de habitaciones en aislamiento es de entre 80 y 100 huéspedes.
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Desde marzo pasado se han detectado 21 casos positivos en este lugar, pero ninguno en los últimos cinco días.
Menos concurridos están los hoteles para el gran turismo como el Meliá, donde este jueves guardaban cuarentena unas 28 personas.
En este hotel con paquetes especiales se ofrece servicio de menú personalizado y otras comodidades, además de dos visitas diarias de médicos para tomar la temperatura y otros cuidados.
Mariano Elorza, director general del Meliá Habana, aseguró que el protocolo es muy estricto. Los trabajadores gastronómicos llevan guantes, bata y la interacción con el cliente es mínima.
A pesar de que enfrenta un repunte de casos, Cuba, de 11,2 millones de habitantes, es uno de los países menos afectados en la región por el coronavirus con 35.772 contagios y 254 muertes desde que inició la pandemia en marzo de 2020.