En un año marcado por la pandemia del coronavirus, el día de las grandes rebajas se abre paso en Estados Unidos: Black Friday.
En esta oportunidad, no se verán las estampidas habituales de compradores en la madrugada, cuando se abren las puertas de las grandes tiendas.
Desde que la pandemia de COVID-19 metió sus manos en la economía mundial, muchas tiendas han cerrado lentamente. No se puede simplemente entrar a un Macy’s o un BestBuy. Los lugares tienen un límite a la cantidad de clientes que pueden circular por sus pasillos; es necesario mantener la distancia social.
Dos metros de distancia permiten, al menos en teoría, que exista más cuidado y no se verán accidentes como disparos a empleados y compradores o que sean pisoteados por las multitudes.
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Porque aún con un aumento preocupante de los casos de COVID-19, el día de los grandes descuentos en los Estados Unidos se mantiene. Para los comerciantes es el inicio de la temporada de ventas las fiestas, que salva cada año.
Una novedad del 2020 es que, por el coronavirus, muchas de las grandes tiendas han esparcido sus ofertas a lo largo de varios días. La tradición continúa, aunque bajo formas diferentes, porque constituye un hito de la identidad cultural estadounidense.
En el Black Friday de 2012, unas 150 millones de personas hicieron compras en tiendas físicas, en 2015 fueron 100 millones; pero las cifras de ventas aumentaron, porque los consumidores también compraron online.
De acuerdo a diversos reportes, se espera que los ciudadanos gasten 50 mil millones de dólares durante este Black Friday, aún con la crisis económica de por medio.